Se nos ha ido el perrero de Sierra Morena


Miguel “el zorzalero” era conocido en todas las manchas de nuestra sierra

El pasado día 19 fue un día significativo, no solo porque el Partido Popular hiciera historia obteniendo la mayoría absoluta, sino porque nos dejaron dos personajes mediáticos en la sociedad cordobesa, cada uno dentro de su paradigma. Por un lado,  Rafael Campanero, que paradójicamente  no pudo disfrutar de la victoria de su PP socio número 1 y presidente de honor del Córdoba CF, al cual ya le dedicaremos su espacio,  pero en estas líneas quiero rendir un recuerdo a otro querido en nuestra sociedad cordobesa, también tuvo su momento futbolero, pero no es esto por lo que es fue más conocido. Miguel Cabrera “el zorzalero” o “pechete” como le decían los más antiguos. Él fue conocido en toda Sierra Morena por ser el perrero amigo, y quiero recordarlo en estas líneas, a mi parecer escasas para lo que él se merecía.

Miguel “el zorzalero” era conocido en todas las manchas de nuestra sierra, desde su Villaviciosa hasta Andújar, pasando por Hornachuelos o Belmez, siempre estaba dispuesto a salir al campo, no había batida o montería que no lo conocieran, como le gustaba alentar a los perros, parece que lo estoy escuchando: “Jesús ahí lo llevas… y este es machorro, no lo vayas a fallar!!”, algo que yo acostumbraba  hacer.

Miguel era el perrero amigo, conocía a los grandes monteros, a los novatos  y a los furtivos, por todos era respetado y querido, cuando Miguel decía vámonos y sonaba la caracola a todo el mundo se le cortaba la respiración y los corazones se ponían a 200 pulsaciones, se hacía un silencio en el monte misterioso, tenebroso, que era rápidamente cortado con el crujir de las ramas y el jaleo de Miguel con los ladridos de sus perros. Era único, sacaba las reses de una en una, como tiene que ser, no tenía prisa, le daba su tiempo para que los cazadores dejaran cumplir las piezas y fueran abatidas en lances que pocas personas son capaces de disfrutar como él lo hacía. No importaba si el monte estaba espeso o muy quebrado,  Miguel con sus zahones rompía monte y sacaba la res más complicada avisando con tiempo de su dirección y naturaleza, nadie sabía cómo lo hacía, era insuperable. Disfrutaba viendo disfrutar a los demás. Tenía un corazón como el campo que tanto amaba, nunca lo ví enfadado, siempre con esa sonrisa socarrona, cuanto te echa de menos la Bonagua y la Calera,   Miguel te has ido muy pronto, hazme “un aguardo” lo más largo posible pero no dudes que el bicho llegará…  

Un abrazo al cielo.