Cuentas insostenibles (y IV)


Lo que las cuentas públicas no sostienen. Impuestos.

La proliferación de burócratas y lo que inevitablemente traen consigo: mucho mayores recaudaciones de impuestos sobre la parte productiva de la población, son los signos reconocibles de una sociedad, no grande, sino decadente. (William Henry Chamberlin, 1897-1969)

Impuestos

La máquina presupuestaria

El mes de octubre, tradicionalmente marca el inicio de la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado, con la estimación de los ingresos tributarios, y su destino a la financiación del gasto público y otras obligaciones del Estado – ej. pago de la Deuda pública y sus intereses -.

Cabe recordar aquí a los liberales: José Canga Argüelles (1771-1842) , uno de los padres fundadores de la moderna Hacienda Pública de España, junto a los ilustres Martín de Garay y Luis López Ballesteros , quienes tuvieron la responsabilidad de administrar los recursos y necesidades de un país empobrecido por las múltiples adversidades sufridas ya al inicio del s.XIX. 

Cuadrar ingresos y gastos, ante la insuficiencia de los primeros para atender los segundos , históricamente ha sido la constante preocupación de los muy solventes hacendistas españoles, quienes, por otra parte, no tenían dificultad alguna para explicarlos y administrarlos auxiliados por “el caudal inmenso de las luces” (Canga Argüelles) de la sabiduría y la prudencia .

Hoy, la cita anual de la elaboración presupuestaria, viene teñida de avidez por incrementar la recaudación tributaria, y satisfacer a costa del bolsillo de los españoles, el progresivo aumento de un gasto público descontrolado – ya a niveles de dispendio -, en un entorno de creciente inflación – con inquietud especial por la desbocada de los alimentos básicos -, y subida de los tipos de interés, que no hacen más que certificar la insostenibilidad del erario público que paga nuestro Juan Español.

¿Más o menos impuestos?

La campaña presupuestaria actual, apela insistentemente a la conciencia del contribuyente, y su compromiso moral con su obligación de contribuir. La cuantificación del tributo, queda al libre albedrío de un gobierno sobredimensionado y derrochador, con escasos controles democráticos y opaca rendición de cuentas acerca de su justificación – el gasto -, y destino final, no exento de sesgos ideológicos que poco o nada se adecúan a la satisfacción del interés general, sino todo lo contrario, a incidir en el aumento de la desigualdad, la malversación y despilfarro de los caudales públicos, y el beneficio económico y político de unos pocos, nueva casta extractiva, que dilapidan gastando el dinero de todos.

Justificar el aumento de los impuestos invocando a la justicia tributaria que ello comporta, parece un ejercicio clásico de demagogia política, cuando al mismo tiempo se mezclan ofertas de incremento de ciertos gastos – ej. pensiones públicas, sueldos de funcionarios –, a sabiendas que los tributos que se pretenden recaudar, resultan insuficientes para asumir el aumento del gasto público – con el resultado de más déficit y más endeudamiento -, acrecentando así la ya pesada carga que asfixia el crecimiento, la creación de riqueza y el empleo productivo.

Gasto hoy a costa del mañana

Hablar de impuestos justos al tiempo que se silencia el escandaloso nivel de gasto público, resulta, cuando menos, un ejercicio del ilusionista principiante: se ve el truco – la trampa -, antes de que aparezca la paloma de su chistera.

Y es que impuestos, gastos y deuda pública van intrínsecamente asociados en su ventura, los primeros hacen posible los segundos, y en caso de insuficiencia – lo cual, reiterativamente incide en la costumbre de la hacienda española -, es el endeudamiento, quien hace posible cuadrar ambos.

Gasto hoy a costa del mañana, y cuando me haya ido, la bola de deuda generada, la pagarán las próximas generaciones. Esta es la consigna que nuestros políticos anteponen a cualquier otra consideración, para mantenerse sentado a la mesa de la francachela.

Menos gastos, en resumen, significan gastar menos y gastar mejor por parte de una Administración más eficiente y, por ende, menos mastodóntica.

Menos gastos

Menos gastos, significa: liberar recursos para el sector privado que se podrían destinar, por ejemplo: a la generación y mantenimiento del empleo, la inversión productiva. En el sector público, implica reducir el gasto superfluo, redundante e improductivo, con su impacto positivo en la lucha contra el cambio climático; liberar recursos para reasignar a la financiación de partidas que resultan deficitarias, por ejemplo, pensiones con recurso a la recaudación del IVA; habilitar recursos con los que pagar el servicio de la deuda pública. Menos gastos, en resumen, significan gastar menos y gastar mejor por parte de la Administración.

Presión fiscal

Se entiende la presión fiscal como la relación entre los ingresos tributarios y el ingreso nacional bruto (INB) de un país. Significa la proporción de la producción de un país que recauda el gobierno por medio de los impuestos .

Resulta frecuente que el término presión fiscal sirva de bandera reivindicativa de la izquierda política y agentes sociales subvencionados, para defender, sin mayor soporte que una ratio, que España paga pocos impuestos, tomando como referencia los países de mayor renta per cápita y altos impuestos, como son el caso de Dinamarca y Suecia.

Su argumentario, escasamente trabajado, simplemente relaciona los ingresos tributarios respecto al PIB del país en cuestión, y extrapola el resultado comparándolo con el español, y de ahí, concluir que el gobierno español debe aumentar la presión fiscal, de una vez, dando a entender que con el incremento, la mayor recaudación, se produciría de forma automática, por encantamiento. Los más doctos -si es que los hay sin falsos títulos -, entre quienes proponen tal sencilla fórmula, pareciera que aún no han superado el primer curso de Hacienda Pública que se estudia en las universidades.

Una mayor presión fiscal, no resiste un análisis coherente, respecto a su bondad en términos económicos con una menor. Y esto es así, por cuanto la comparación inter países – a la que frecuentemente se apela -adolece de falencias que acentúan importantes diferencias, tales como: sistemas fiscales, hábitos de consumo, niveles de renta, productividad, paridades de las monedas, niveles de inflación, empleo, estructura de la producción.

La tribulación del contribuyente

¿En verdad, es honesto y oportuno subir los impuestos a las familias, clases bajas, medias y trabajadoras – incluyendo en esta última, a quienes quieren trabajar y no pueden – desempleados -, y aquellos que pudiendo trabajar, no quieren – receptores de pagas y subsidios diversos -?

Primero, se hace necesario sanear la hacienda pública de las numerosas partidas del gasto público que causan aflicción moral a la sociedad: gastos suntuarios, superfluos, redundantes, improductivos, excesivos, ideológicos, tóxicos o contaminantes, deberían ser causa de reflexión para el buen gobernante. El lector, con certeza, los tiene ya identificados.

Los cuadros siguientes, explican gráficamente, por un lado, la desfavorable presión fiscal que sufren las familias españolas, respecto a las de las economías más avanzadas.

 

El Cuadro 1, compara el ingreso nacional bruto (INB) y el neto (INN) (después de pagar impuestos y cotizaciones sociales) y en estándar de paridad de compra (PPs) per cápita en el año 2019, expresados en dólares USA.

Resulta oportuno destacar aquí, que la necesidad de comparar precios y cambios entre monedas distintas, y recordar al dominico Martin Azpilcueta , reconocido miembro de la Escuela de Salamanca , como precursor de los estudios que dieron orígen a la determinación de precios y cambios entre distintas monedas y países .

Tanto el INB como el INN, por $41.811 y $35.446 dólares respectivamente, quedan por debajo del promedio de la UE, y suponen el valor más bajo entre las cinco economías comparadas: Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, Europa27 (UE27) y España. Comparando el INN per cápita español con el de las otras cuatro economías, la desventaja es aún mayor. Así: el INN alemán es 1,3 veces el español; el francés 1,15, el inglés 1,17 y el americano 1,57.

El Cuadro 2, muestra una comparación de la presión fiscal de España en términos equivalentes de paridad de compra (PPs) respecto al promedio de la OCDE, UE27 y las cuatro economías mencionadas anteriormente.

Los resultados obtenidos, contradicen el discurso corriente respecto a la menor tributación de España comparada bien con la UE o la OCDE. En ambas comparaciones, nuestra presión fiscal actual, resulta superior al promedio OCDE en 126 puntos básicos (pb), y ligeramente inferior a la UE27, 107pbs.

La presión fiscal equivalente, resulta de igualar el ingreso bruto per cápita en función del promedio de la OCDE en términos de dólares USA. El resultado obtenido, en el caso de España, significaría que nuestra presión fiscal podría ser rebajada en 446pb alineando así, esfuerzo fiscal e ingreso bruto al promedio OCDE.

Subir los impuestos no es una buena idea

Subir los impuestos no es una buena idea. La pregonada subida, en un escenario de inflacionario, subida de tipos de interés, desempleo, deuda pública en aumento y recesión a las puertas, no parecen ser condiciones oportunas que respalden el incremento, sino más bien al contrario, salvo decisiones temerarias de último recurso.

¿Son sostenibles los impuestos?

La respuesta a la sostenibilidad de los impuestos de nuestro Juan Español, es un rotundo NO.

España necesita con urgencia una hacienda austera, a semejanza de la que orienta el comportamiento de la familia corriente. Debería ser el objetivo a lograr en el medio plazo, dejando de lado propuestas populistas en vísperas electorales, que sólo aportan algo de pan para hoy y más penurias para mañana.

Se hace necesario un ajuste radical: impuestos justos para una administración más pequeña, que gaste menos y mejor.

 

 

Miguel Sánchez de Pedro

Consultor internacional

miguelsdp@gmail.com