Animalistas de salón


Hace unos días, una entrada en un grupo de Facebook llamó mi atención. He vuelto a buscarla pero parece que ya no puede leerse. Lo mismo la persona que la puso ha tenido que borrarla ante el acoso virtual. En resumen se trataba de una mujer, que vivia en el campo, y tiene ovejas y otro ganado, era propietaria de una hembra de border collie. Un perro pastor de la familia de los collies, primo del scottish (primo de Lassie, para que nos entendamos), de tamaño medio/grande, inteligentisimo, y muy activo. En el grupo preguntaba si alguien tenía un macho de la misma raza para que la cubriera.

Pues bien, se  le echaron encima un montón de furibundos animalistas que le recriminaban esa petición. En cuestión de horas se sucedieron los mensajes, generalmente con una pésima ortografía, del tipo: ¡Traficante! ¿Para qué quieres los cachorros? ¿Para lucrarte y especular con los animales? ¿Tienes licencia de criador? ¡Adopta, y castra a tus perros!…

Por supuesto no ha faltado algún dignísimo participante que ha igualado perros e hijos, obteniendo con ello varios pulgares hacia arriba.

La mujer, que se notaba a la legua que quiere a sus animales, explicaba hasta la saciedad que sólo quería que su perra tuviera una camada de cachorros porque al animal le hace bien, por quedarse con un par de ejemplares que le ayudaran a cuidar su ganado, entregar otro u otros al propietario del macho, y si procedía porque la camada fuera suficiente, regalar el resto a personas responsables. Pero era inútil el diálogo ante posturas cerradas, y en muchos casos, cerriles.

De ello extraje como primera conclusión que la señora que puso la entrada enfocó mal la propuesta. Debería haber dicho que su perra le había manifestado la necesidad de satisfacer sus impulsos sexuales, y sorprendentemente quería para ello un macho, pero que no había de qué preocuparse porque iban a tomar precauciones. Seguro que si en lugar de un macho para monta hubiera solicitado un desahogo sin ataduras para su perra, otro gallo habría cantado. Porque ese lenguaje sí está socialmente admitido como progresista.

En segundo lugar, a tenor de algunos mensajes, la ganadería es un negocio de vagos que se aprovechan de los pobres animales para especular con las crias. Que tenga su origen en el Neolítico y supusiera entonces un avance esencial en la historia de la humanidad, con el cambio de una economía de recolección a una de producción voluntaria es intrascendente a estos efectos.

Aunque son temas diferentes, resulta inevitable evocar aquí el hervidero de mensajes de estas redes sociales en cuanto surgen asuntos taurinos o relacionados con la caza. Porque, del mismo modo que hay antitaurinos y personas a las que la caza le repugna que son muy correctos a la hora de exponer sus  loables principios, la mayoría de los que opinan en estos nuevos medios lo hacen desde la postura más radical. Hasta el punto, frecuenísimo, de igualar sin discusión al hombre y al animal e incluso anteponer al segundo.

Sin embargo, quien iguala animal y persona tiene un trastorno social. El hombre, por el simple hecho de serlo, es acreedor de una dignidad especial. Para los cristianos, es el hecho de ser imagen de Dios, sujeto de un alma inmortal. Si les resulta dura esta expresión o no creen en Dios, llámenle simplemente Humanidad. Y sólo desde el relativismo más fanático o desde la ignorancia más recalcitrante se pueden sostener pensamientos así.

Pero quizás lo más curioso es que estas posturas las sostienen con frecuencia quienes no han pisado el campo en su vida, y tienen un perrito en su piso de 60 metros sacándolo al parque media hora. Y pretenden ser más ecológicos que quien vive en contacto permanente con la naturaleza.

Por eso, permítanme que a modo de remate, innegablemente polemista, pero muy, muy sincero, me permita afirmar que EL VERDADERO MALTRATADOR DE ANIMALES ES EL ANIMALISTA DE VPO, QUE TIENE PERROS COMO EL CITADO EN UN APARTAMENTO. Porque el border collie, el setter, el dálmata… por mencionar sólo algunas razas medianas, necesitan una cierta extensión de terreno por la que ejercitarse en libertad. Enclaustrarlos en 60 metros es maltrato.

Por cierto. Me apasionan los animales. Nunca he cazado. Aunque el «Cossio» está en mis estantes, llevo más de veinte años sin ir a una corrida de toros.  He tenido perros toda mi vida. Y los he querido con locura, llorando amargamente cuando fallecieron. He tenido perros toda mi vida, menos ahora. Porque ahora vivo en un piso pequeño.