El ayuntamiento que perdió el último tren


En contra de lo que el título podría sugerir, no nos referimos, al menos exclusivamente, a la cuestionable gestión municipal en pro del cercanías provincial, ni a la desaparición de la ciudad del mapa de corredores ferroviarios de mercancías, en beneficio de la localidad de Antequera, cuya corporación municipal ha demostrado ser mucho más ágil y lista que la cordobesa, quedándose con el gran centro logístico de Andalucía y con los 1.900 puestos de trabajo asociados al mismo.

El tren que ha perdido definitivamente esta corporación municipal es el del desarrollo. Córdoba es la ciudad en la que sus dirigentes políticos persiguen las empresas existentes hasta echarlas, (Cosmos es un buen ejemplo, pero no el único,) y ahuyentan a las que quieren venir. Parecería que nuestra alcaldesa aspira a que la totalidad de sus habitantes trabajen para la administración o perciban algún tipo de subvención o ingreso caído del cielo, porque su fobia a la economía productiva, y a la creación de empleo y riqueza por manos privadas, no tiene parangón en casi ninguna otra localidad.

Cinco colegios profesionales, que aglutinan a los arquitectos, aparejadores, abogados, ingenieros industriales y peritos, han elaborado un comunicado conjunto que denuncia «la desidia, desinterés y silencio permanente de los responsables políticos» a la hora de autorizar proyectos empresariales.

Los colectivos firmantes se refieren expresamente a la inadmisible situación de la Gerencia Municipal de Urbanismo, presidida por el Teniente de Alcalde Pedro García, en el retraso para la obtención de licencias de cualquier tipo, que está provocando «la huida de promotores e inversores de Córdoba». Una licencia para una edificación, para instalar una empresa, o para casi cualquier actividad, tarda más de un año y medio desde su solicitud. Y además se concede o deniega según criterios no siempre objetivos, sino cambiantes, provocando una tremenda inseguridad jurídica. El decano de uno de estos colegios narraba en COPE Córdoba cómo algún importante inversor se había levantado de una reunión técnica abandonando el proyecto millonario al conocer de boca de políticos y técnicos funcionarios las trabas administrativas y el plazo mínimo que aquí se baraja.

Cabe recordar que los colegios profesionales son organismos de representación de naturaleza apolítica. Representan a todos los profesionales colegiados, y por eso se cuidan mucho de significarse políticamente. ¡Hasta dónde habrá llegado su hartazgo e impotencia para tener que emitir ese comunicado! Pero cada vez que estos profesionales inician un trámite para un cliente se enfrentan a un muro de burocracia enquistada y a unos políticos que no hacen nada para que su ciudad crezca y sus habitantes encuentren trabajo. Baste recordar la larguísima tramitación de la licencia de reforma del patio de carruajes del obispado, y su obtención condicionada a una coletilla innecesaria, inoperante, de carácter político, y de legalidad más que cuestionable: …siempre que allí no vendan entradas a la mezquita. (Y en el Corte Inglés sí se puede, para la visita nocturna. ¡Qué cosas!)

El ataque al desarrollo no proviene solo del mastodóntico aparato de Urbanismo. La ciudad está sumida en la tristeza. Sus calles, en especial las del casco histórico, sucias, a oscuras y con numerosos locales cerrados. Sus monumentos de responsabilidad municipal descuidados y a merced de los vándalos (Relieve de Guerrita, estatua del Padre Cosme de la plaza de las Cañas, Juan de Mesa, San Rafael de Lineros…) sus calles convertidas en circuito de obstáculos. Sus aceras, trampa para mayores. Sus jardines descuidados. Su sector turístico perseguido como delincuente. Dentro del propio Ayuntamiento la atención al ciudadano del ayuntamiento tarda el triple que antes. Los policías están saturados. Los funcionarios de administración, desbordados. Los bomberos hartos y preocupados. Los jardineros molestos. Los conductores de autobús indignados.

¿Qué hace nuestro ayuntamiento ante todo esto? Cambia nombres de calles sin consenso, reclama la titularidad de lo que está bien gestionado (Ahora que la Junta no es socialista, no sé a quién querrán que se adjudique, pues les consta por informe jurídico que al propio ayuntamiento no puede ser), vende humo en forma de planos de proyectos que todo el mundo sabe que no se realizarán así, echa la culpa de lo que no se ha hecho a algún otro, y se fotografía en manifestaciones feministas.