II domingo de Adviento


Hemos encendido la segunda vela de la corona

Hermanos:

“Preparad el camino al Señor; allanad sus senderos”, vamos a escuchar o hemos escuchado ya de boca del evangelista san Lucas. ¿Qué camino se le puede preparar al Señor de cielos y tierra?, ¿qué senderos? Si todo es suyo; todo lo ha creado su mano, todo depende de su voluntad Todopoderosa.

A todo le ha dado un orden perfecto y el universo funciona como un reloj que hace lo que tiene que hacer en cada estación y en cada etapa. Solo ha creado Dios una cosa a la que no obliga, un órgano al que no violenta: el corazón humano, un ser, el hombre, al que no ha sometido al puro instinto, sino al don más grande que podría darle: la libertad.

Pero libertad para hacer el bien y rechazar el mal, que es el consejo que nos da el Señor en cada una de sus enseñanzas y mandamientos. Por eso, podemos preparar el camino y los senderos que llevan a Dios a poder entrar en nuestras vidas, en lo más profundo de nuestras almas, en lo más íntimo de nuestra conciencia, para que sea Él el que se quede como huésped y podamos decir como San Pablo: ”vivo yo, pero no soy yo; es Cristo quien vive en mi”.

Hay muchos contemporáneos, amigos, familiares que dicen: ”Yo soy bueno”. Bien; su vara de medir es su propia vida, no les ha dado siquiera por conocer lo que Cristo quiere de ellos y ponerse a la tarea, que no es la más sencilla, precisamente. Pero si nos ponemos manos a la obra, allanando el camino del Señor hasta nosotros, rellenando los baches de buenas obras, quitando las piedras de nuestros pecados, luchando por apartar los ramajes de nuestros defectos más pronunciados, apisonando lo movedizo con el perdón a los que nos han ofendido o pidiéndolo a quien hemos faltado, llegará Navidad y con ella, el Señor hasta nosotros.

Y si perseveramos en esta actitud hasta el final de nuestras vidas, no fallaremos y el Señor nos llevará con El a su Gloria, que no es cuento de niños, sino el deseo más profundo de las aspiraciones humanas.

Hemos encendido la segunda vela de la corona. Que no se nos pasen mas días sin poner manos a la obra para que el camino esté perfecto hasta el pesebre de nuestras existencias.

Feliz Domingo del Señor.