Amigos muy queridos todos:
A punto de interrumpir el tiempo ordinario, para dar paso a la Cuaresma 2022, nos encontramos celebrando este domingo VIII en el cual, escuchamos las interesantísimas lecturas del Sirácida y de san Lucas que nos hacen vigilar nuestro proceder y nuestra manera de hablar, con la frase lapidaria del Señor: ”de lo que rebosa el corazón, habla la boca”.
Sabios nos haremos si tenemos en cuenta estas razones más que evidentes y que se nos olvidan tantas veces, por descuidar nuestra Fe, oración o trato con el Señor en los sacramentos. Es fácil conocerse a uno mismo, si analiza sus conversaciones frecuentes, a la vez que podemos conocer a los que nos rodean, sólo con esa escucha.
Cuando cocinamos algo, es imposible que comamos algo distinto de lo que hay en la olla, porque de eso la hemos llenado. Cuando hablamos, es imposible que estemos enamorados de otra cosa que de lo que hayamos llenado y enamorado el corazón. Si lo llenamos de dinero, de soberbia, de placeres, del “yo”, de comodidad o, por el contrario, de Dios, de eso hablará nuestra boca y esto no falla nunca, aunque intentemos lo contrario o queramos disimular delante del que nos escucha.
El mismo ejemplo que pone Cristo es muy locuaz:” un árbol dañado no puede dar frutos buenos, ni uno sano puede dar frutos malos”, o la expresión del libro de la Sabiduría de ben Sirac en la primera lectura: ”el fruto muestra el cultivo de un árbol, la palabra, la mentalidad del hombre”.
Aplastante razonamiento al que no podemos contradecir el que encontramos este domingo. Estamos viendo con horror, de nuevo en pleno siglo XXI, la guerra en Europa, en todo el mundo, la crisis, la pandemia, todo ello provocado por corazones que han sido llenados de odio, afán de dominar, avaricia del dinero. ¿Estamos en ese mismo barco? ¿O nos subimos a la barca de Cristo que nos llama por caminos radicalmente distintos? En nuestra mano y nuestro corazón está y por cada una de esas decisiones, seremos juzgados individualmente por Dios, lo queramos o no.
Otro mundo es posible si todos llenamos nuestra “olla” de todo lo bueno que el Señor nos ofrece y nos indica como bueno y santo.
Feliz domingo. Feliz día del Señor.