Domingo XIII del Tiempo Ordinario


Nos toca dar el do de pecho sin mirar lo que hace el otro si no es para animarlo al bien

Cuando Dios llama a una persona para una tarea concreta, el sujeto tiene dos opciones: el sí o el no. La opción descartada es la intermedia porque no se puede estar dividido ni llevar medias tintas en el seguimiento de Dios

Es el asunto del que trata el evangelio y las lecturas de hoy. Se nos podría venir a la cabeza la vocación sacerdotal o la de vida consagrada, que son de radical entrega, pero aquí entra por supuesto la vocación Cristiana al matrimonio, la soltería, la viudez,… Porque, en definitiva, estamos todos llamados por Dios a entregarle nuestra vida y nuestro corazón pero, ¿hasta donde estamos dispuestos a ofrecerle?

Porque Eliseo,  en la primera lectura de hoy, cuando es llamado, quema las yuntas, mata los bueyes, da un banquete y deja todo atrás para irse a servir al Señor. Sin embargo en el evangelio encontramos reticentes a esa llamada; por supuesto que nos es lícito enterrar a los nuestros y despedirnos de la familia, pero cuantas veces se pierden buenos cristianos y santos incluso, por pequeñas tonterías que no queremos dejar o apegos del corazón que tenemos tan afincados que preferimos abandonar a Dios, que a esos ídolos.

¿Que hubiera pasado si hubieran dicho que no santa Teresa de Calcuta, san Juan Pablo II, santo Tomas Moro, San Fernando, santa Rita, santa Monica y tantos otros? Que el mundo sería mucho peor de lo que es y vemos que ya está mal. De hecho, viviríamos en un infierno si no fuera porque tenemos sagrarios, templos abiertos y sacramentos; vaya, que Dios se ha quedado con nosotros todos los días.

Nos toca dar el do de pecho sin mirar lo que hace el otro si no es para animarlo al bien. Nos toca dejar tanta excusa barata y decidirnos por el que merece la pena entregar toda la vida. Hace unos días me decía una persona:”yo fui a misa desde chico, era monaguillo, fui a coles religiosos y quede tan saturado que ahora no voy a misa para nada”. Solo le respondí algo que me pareció oportuno:” ese es el mejor camino para perder a Dios de vista eternamente y que su parroquia se vea cerrada algún día”. No sé si lo convencí, pero pensativo se quedó. “No callemos tanto que por callar, está la gente condenándose”, como decía un santo del que no recuerdo su nombre, para variar.

Feliz Domingo. Feliz día del Señor.