Domingo XXIX del Tiempo Ordinario


Ahora nos quejamos mucho de la falta de lluvias pero, ¿rezamos a Dios para que la envíe y tenga piedad de nosotros?

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario.
Domingo XXIX del Tiempo Ordinario.

Amigos y hermanos:

Las lecturas y el Evangelio de hoy, reflejan la importancia que tiene en la vida del creyente la oración confiada y constante, porque es “tratar de amistad muchas veces, con quien sabemos que nos ama”, como la define perfectamente Santa Teresa de Jesús.

Así, en la primera lectura, Moises pedía a Dios la victoria en la batalla para Israel, frente a Amalec, potencia enemiga y, mientras tenía los brazos en alto, o sea mientras rezaba por ello, ganaba su pueblo; así las mantuvo hasta el atardecer y vencieron finalmente. De la misma manera que venceremos nosotros las tentaciones, las tristezas, los problemas, las enfermedades, la soledad y tantos ataques más, rezando sin desfallecer y con la confianza puesta en el Corazón de Dios y no en nuestras capacidades.

En el eEvangelio lo explica el Señor con la parábola de la viuda impertinente que, tanto pidió la justicia, que la obtuvo del juez, más por miedo que por Piedad, pero la obtuvo. Y si eso lo hacen los pecadores e injustos, cuanto más lo hará Dios a sus hijos que le pidan de veras y constancia.

Ahora nos quejamos mucho de la falta de lluvias pero, ¿rezamos a Dios para que la envíe y tenga piedad de nosotros? He ahí el quid de la cuestión. Ánimo con la oración que siempre es tiempo de retomarla si la hemos dejado, que ya nos acordaremos un día de los beneficios que trae o de los problemas que nos acarrea la falta de ella, porque como afirmaba también santa Teresa :”el alma que no reza, no necesita demonio que la tiente”.

Feliz Domingo del Señor.

Patricio Ruiz Barbancho