Domingo XXXI del Tiempo Ordinario


¿Podemos negar que somos pecadores?. ¡Podemos!

Queridos hermanos:

¿ A qué causa bajó Dios haciéndose hombre?, ¿qué necesidad tenía si en el Cielo ya lo tenía todo?. Precisamente “a sanar y salvar lo que estaba perdido”, a buscar a su criatura predilecta que se había extraviado por el pecado y andaba errante “como oveja que no tiene pastor”.

De eso tratan las lecturas y el evangelio de hoy: el Corazón bueno de Dios que busca al pecador, para regalarle perdón y Misericordia, atrayéndolo con lazos de amor, no de brusquedad. Por eso, aquel que experimente su pecado y busque el amor del Señor, encontrará las fuentes abundantes de su bondad.

¿Podemos negar que somos pecadores?. ¡Podemos! ¿Podemos acercarnos al Señor como hizo Zaqueo en el evangelio y reconocer que no somos ningún modelo a seguir? ¡Podemos! Y es que, somos libres y si esa Libertad la estrenamos y usamos frecuentemente para acudir a su perdón infinito, obtendremos perdón infinito y vida eterna. Como dice el libro de la sabiduría: “a los que pecan, les recuerdas su pecado para que se conviertan y crean”. Ahí está la clave de nuestra felicidad aquí en la tierra y allí, en el cielo.

Pecadores somos, Señor; pecador soy, ten Misericordia de mi y que pueda escuchar de tus labios hoy y el día de mi muerte: “hoy ha entrado la salvación a esta casa. También este es hijo de Dios “.

Feliz Domingo. Feliz día del Señor.