Las lecturas de hoy de Malaquías, el profeta y el evangelio de Lucas, vienen a prepararnos para un día final terrible, “ardiente como un horno, en que malvados y perversos serán la paja”. Qué antiguo el Señor, ¿verdad? Hablando de juicio y condena, si eso ya no está de moda. Ahora solo hay que hablar de Misericordia y perdón, de que hagamos lo que hagamos, teniendo Fe, Dios nos va a llevar al cielo. Así nos hablan continuamente de nuestra Fe.
Hace poco, hablando con un conocido me decía lo típico de quien quiere maquillar el evangelio: “La iglesia tiene que ir con los tiempos, modernizarse, estar con la gente”. Solo le dije una cosa: los grandes imperios fueron con sus tiempos y todos sus vicios y hoy están entre escombros. Cristo está vivo y es el mismo ayer y hoy y siempre. Te subes al tren o te quedas atrás. No hay medio camino.
Antes de ese día “terrible y glorioso”, dice el Señor que nos echarán mano y nos meterán en cárceles, nos perseguirán y matarán. O sea, hermanos, ánimo que vienen tiempos recios y solo llegarán a la meta los que perseveran, nos dice el evangelio. A licenciarse de medico, arquitecto o buen constructor (como mi padre) no llega cualquiera; sólo aquellos que se sacrifican y ponen toda la carne en el asador.
A licenciarse para el cielo solo llegarán los enamorados, pero no esos que ponen muchas cosas bonitas en el wasap y los ojos en blanco pero sus obras son huecas o que dejan los sacramentos para “cuando seamos viejos y tengamos tiempo”, sino los que desde ya, creen en las promesas de Dios que no quiere nuestro mal, sino que en esta batalla y en la final, nos pongamos de su parte. Total, tontos seríamos si no lo hiciésemos, porque Cristo ya ha vencido; sólo tenemos que enfrentarnos a este mundo y a su “príncipe”: el de las tinieblas.
Feliz Domingo. Feliz día del Señor.