De verdad que cada día que pasa estoy más convencida de que pronto los seres humanos nos extinguiremos. Solitos, sin ayuda de nadie. No necesitaremos nuevas glaciaciones ni ataques de extraterrestres. Con los que estamos, nos bastamos para terminar unos con otros. Y es que cada día se presentan en el panorama nuevas situaciones que son ampliamente comentadas como si determinaran el devenir del mundo, cuando no deberían tener ni un segundo de seguimiento por ser irracionales.
No salgo de mi asombro al escuchar las noticias del “supuesto” apoyo al rapero Pablo Hásel. Y entrecomillo supuesto porque creo que los disturbios que se están produciendo en distintas provincias españolas están movidos por quienes todos ya sabemos y que tienen una finalidad bien distinta a la de apoyar a este…, rapero o artista, como él se hace llamar, pero al que yo no consigo encasillar en ninguna definición seria.
Por mi edad, (creo que por será por esto) ni me gusta el rap ni lo oigo. Alguna vez que otra lo he intentado, no logrando entender lo que dicen. Pero en estos días en que todos los medios de comunicación hablan sin cesar de este personaje, he buscado para ver qué hacía y qué ha provocado esta reacción entre cierto sector de la población.
Hacer, hacer, creo que no hace nada, al menos de provecho. Pero sí exalta a la gente que, como él, tampoco hacen nada de provecho. Lo que he conseguido averiguar es que cuando no está de acuerdo con algo se atrinchera en lugares públicos, como la universidad, y arremete contra todo lo que mantenemos con nuestros impuestos, invocando una supuesta libertad de expresión (la suya y nada más); que ataca a las instituciones, autoridades y se proclama contra las leyes que establecen el orden social.
No pasaría a mayores y quedaría en un mero ataque de una persona que sufre desequilibrio psiquiátrico, si no se le estuviese dando tanto bombo y platillo por aquellos que quieren hacer de él otro “mártir” del estado actual, estos antisistema que están arruinando el país y que aprovechan cualquier ocasión para subirse al carro y hacerse oír, aunque sea unos minutos.
Que les pregunten a las víctimas de las agresiones verbales y físicas de Pablo Rivadulla, que es como realmente se llama dicho sujeto, a ver si consideran que lo que este individuo hace al aclamar que te mereces un tiro, te apuñalaré, te arrancaré la piel a tiras, que escondan una bomba mientras comes un menú caro, que te rompan los sesos de un disparo, u otras lindezas, constituyen una manifestación de la libertad de expresión, o algo sumamente desagradable para cualquier persona de bien que las escuche.
Estamos llegando a lo absurdo, incluso a lo esperpéntico, y se protege más a un delincuente, al que se salta la normas y atenta contra bienes públicos, al que enaltece al personal contra la policía y demás miembros de las fuerzas del estado que al ciudadano que cumple rigurosamente con lo establecido, al que no tiene nada más que ver que tener su negocio en la zona donde los seguidores de este sujeto deciden agruparse para atacar a todo lo que signifique orden y legalidad.
Estos sí que son auténticas víctimas de la situación a la que el rapero llama continuamente, hordas de descerebrados que lo mismo construyen barricadas con sillas y mesas de la universidad, que lanzan adoquines y papeleras metálicas a los escaparates de los negocios que encuentran a su paso y que, ya puestos, se sirven de sus productos a demanda, preferentemente de buenas marcas.
El rapero no se ha podido resistir a su minuto de gloria, y cuando lo arrestaban, sabiendo que había cámaras que lo estaban grabando ha gritado: “Nunca nos callarán. Muerte al Estado fascista”. Pobre niño rico, ¿estado fascista? pero ¿qué es lo que él está proponiendo?
Es más que evidente que tanto Iglesias como su partido lo apoyan, y defienden que sus manifestaciones se enmarcan en la libertad de expresión, proponiendo una reforma urgente de las leyes que regulan el enaltecimiento del terrorismo y las injurias a la Corona, además de exigir el indulto.
Con la situación que está atravesando el país y que esto sea lo urgente a legislar… me parece muy triste.
Lo dicho, nos extinguiremos, y más pronto que tarde, como esta gente siga mucho tiempo ocupando los puestos que detentan.