Sensatez, una poquita de sensatez


Intentamos escondernos de la autoridad para que no nos multen, cuando nuestra principal sanción es contraer o seguir propagando el maldito Covid-19

Un año, (¡un año ya!) hará en estos próximos días en que el maldito virus comenzó a instalarse sin pedir permiso en nuestro país, después de haber viajado y dejado sus efectos por gran parte de Europa y del resto del mundo.

Ya estábamos avisados de su existencia y de sus terribles consecuencias, pero confiamos y nos creímos las palabras de algunos políticos que aseguraron que apenas pasaría por nuestra vera y que no llegaría a afectar prácticamente a nadie. Y nos equivocamos. Y sabíamos que no sería así, pues ya teníamos noticias de lo que estaba pasando en los países de nuestro alrededor.

No sólo no pasó, sino que un año después sigue hospedado, asentado y podríamos que decir que hasta a gusto entre nosotros.

Después de este duro año, y con casi 100.000 muertes a su espalda, no hemos sido capaces de terminar con él y es que lo invitamos continuamente a que permanezca aquí. No le abrimos la puerta para que se marche, sino que, incluso cuando las autoridades nos limitan la capacidad de reunión y nos invitan a permanecer en casa, nosotros, con nuestro espíritu “solidario” compartimos nuestra vida con más de los que debemos y dónde no podríamos estar según la legislación vigente.

Este fin de semana se han descubierto en Madrid más de 420 fiestas ilegales. ¿Seremos tontos?, ¿a quién queremos engañar? Intentamos escondernos de la autoridad para que no nos multen, cuando nuestra principal sanción es contraer o seguir propagando el maldito Covid-19. ¿nos quedará algo de sentido común o el poco del que disponíamos ha desaparecido con el confinamiento?

No podemos reunirnos más de 2, 4 o 6 en una casa, según los lugares donde vivamos, pero nos manifestamos (bueno, se manifiestan) en favor de un delincuente en Barcelona y otras provincias y se reúnen cientos de personas, la mayoría sin mascarillas, que ocultando el verdadero fin, que es el de saquear y robar todos los locales que encuentran a su paso, reclaman la libertad de su supuesto artista, creo que rapero, que no hace sino insultar al Rey, a las autoridades y a cualquiera que él estime oportuno e incitar al odio y la violencia contra ellos.

Y todo esto viene al pelo también en relación con el 8 M. Con lo que está cayendo y hay políticos que animan a que se acuda a la manifestación del día de la mujer. También hay que señalar que los hay sensatos que ruegan que nos quedemos en casa, que al igual que no se ha celebrado la Navidad, ni la feria, ni los carnavales, no ocurrirá nada si este año no se sale a la calle a reivindicar lo que quiera que sea lo que se reivindica este día.

O bien podría hacerse como en otras manifestaciones, acudir en los coches por la zona determinada para ello, adoptando las medidas de seguridad exigidas.

Si en el artículo anterior aseguraba que nos extinguiremos, y más pronto que tarde, y sin ayuda de nadie, nosotros solitos, cada día que pasa estoy más segura de ello. Nuestra conducta no acompaña a la información que los médicos, epidemiólogos, virólogos y demás sanitarios que piden que cumplamos taxativamente.

Yo me he declarado en ocasiones anteriores como feminista. Pero como feminista de las de antes, no de las de ahora. De las que no necesitaban desnudarse, ni pintarrajearse, ni insultar al hombre para reclamar su igualdad en derechos. De las que han luchado y siguen haciéndolo por reclamar su puesto en la sociedad por su formación y capacidad y no por ser la compañera de ningún jefecillo, ni por llegar a la paridad exigida en los Consejos de Administración de las empresas.

Yo no, no quiero que nadie tenga que darme un trato de favor por ser mujer. Quiero que me consideren con la suficiente capacidad para llegar a cualquier puesto en que pueda demostrar mi formación como persona, sin tener en cuenta mi sexo.

Y sobre todo ello, lo que más me importa es vivir. Seguir con este día a día de la mejor manera posible y si puede ser sin pasar por el virus.

No creo que sea tanto lo que se pide; sensatez, una poquita de sensatez para nosotros mismos y los que nos rodean.