Honesta alternativa a ‘Reli’


Una de las “boutades” de la nueva Ley Celaá pasa por la eliminación “práctica” de la asignatura de Religión – ‘Reli’ -. El modus operandi es sencillo donde los haya: La asignatura no computaría en ninguna etapa y, como alternativa, una asignatura cuyo título sería “Cultura de la Religiones”. No voy a entrar a valorar mucho más el “dato Celaá” – era más que previsible el ataque – pero sí que me gustaría decir una palabra sobre la honestidad o verdad con la que tendría que presentarse la nueva alternativa “Cultura de las Religiones”. Es obvio que dando por supuesto que su contenido no sería el que algún mal pensado podría tener ahora en su mente – véase por ejemplo un servidor-: Una nada cuyo contenido se reduciría a “hora libre”.

El Concilio Vaticano II, ya en su momento, reconocía el propósito de las religiones que “se esfuerzan por responder de varios modos a la inquietud del corazón del hombre proponiendo caminos, es decir, doctrinas y normas de vida y ritos sagrados” (NA 2). Con sumo acierto reconocía la misma declaración Nostra Aetate: “Los hombres esperan de las diferentes religiones una respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana que, hoy como ayer, conmueven íntimamente sus corazones. ¿Qué es el bien y qué el pecado? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio y la retribución después de la muerte? ¿Cuál es finalmente, ese misterio último e inefable que abarca nuestra existencia, del que procedemos y hacia el que nos dirigimos?” (NA 1).

Entiendo que en el “planteamiento Celaá” no tendría cabida como fuente inspiradora un Concilio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. De ahí que quiera recoger algunos planteamientos de filósofos – “meapilas” y “no meapilas” – que deberían estudiarse entres los temas de la “neoasignatura”.

Una honesta “Cultura de las Religiones” tendría que enseñar cosas tan pascalianas – pascalianas de Blaise Pascal – como que el hombre “está en el medio”, entre dos infinitudes: el universo infinitamente grande y el átomo infinitamente pequeño. Más aún, entre los vivientes el hombre no es “ni ángel, ni bestia”, y como “caña pensante” “no se es miserable sin sentimiento”. Con el filósofo Maurice Blondel tendrá que ayudar la nueva asignatura a plantear cosas del estilo: “¿Sí o no? ¿Tiene la vida humana un sentido y el hombre un destino? … El problema es inevitable. El hombre lo resuelve inevitablemente, y esta solución, verdadera o falsa, pero voluntaria y, al mismo tiempo necesaria, cada uno la lleva en sus propias acciones. Esta es la razón por la que hay que estudiar la acción”.

Con nuestro filósofo Zubiri tendrá la nueva asignatura que ayudar a repensar cosas tipo: “Dios es experiencia del hombre y el hombre es experiencia de Dios, puesto que la experiencia de Dios por parte del hombre consiste precisamente en la experiencia de ser fundamentado en última instancia en la realidad de Dios. En efecto, la experiencia de hacernos personas es la experiencia de lo absoluto y por eso, Dios no es objeto ni estado; sino que es aquello que está fundando y haciendo posible lo absoluto de nuestro ser”. Por esto, Zubiri afirmará que “el gran problema humano es saber estar en la realidad”.

Los padres de la fenomenología, E. Husserl y M. Merleau-Ponty, hablaban de una “intención originaria” o “intencionalidad operante” en el conocimiento humano que capacita a la persona para saber qué es conocer y qué significa la verdad. También los clásicos reconocieron esta capacidad llamándola appetitus veri o natural apertura del hombre a la verdad. ¿Se hará eco la nueva asignatura de este difícilmente descriptible apetito? Al menos no podrá hacer caso omiso a datos tipo: El conocimiento humano va acompañado siempre de un saber inexpreso del ser como condición del pensamiento racional. Según esto, la pregunta sobre el ser es inherente al hombre en virtud de su peculiar relación con las cosas. Por eso pudo decir santo Tomás – en este caso sí que se trata de un “meapilas” – que el conocimiento de Dios (Ser por antonomasia) es connatural al ser humano (Insertum naturaliter nobis), como experiencia amplia y profunda que no tiene nada que ver con la impresión sensible del empirismo ni con la experimentación controlada por los científicos, pero que contiene una verdad que explicitará después la reflexión racional. Todo ello es debido a la inserción del hombre en el área del ser, cuyo reflejo es la conciencia religiosa.

En resumidas cuentas, todo lo que no sea el que la asignatura “Cultura de la Religiones” – alternativa ¿honesta? a ‘Reli’ – se haga eco de estas búsquedas y planteamientos será un nuevo atentando a la decencia y honestidad intelectual de la persona y a la dignidad de la misma escuela (ya sea pública, concertada o privada).