¿Un error en el profesor Ratzinger?


¿Realmente ha asumido en su libro la integridad de la tesis sexta de los Puntos de referencia cristológicos propuestos por el teólogo Ratzinger?

No hace poco más de un mes que se ha publicado un libro con el título La plena humanidad de Jesucristo y con el subtítulo Una discusión con J. Ratzinger. Su autor es el jesuita Gabino Uríbarri. Como ya se puede intuir se trata de una discusión ficticia en la que el jesuita trata de hacer ver, fundamentalmente, un error en la enseñanza cristológica del teólogo Ratzinger. La discusión en modo alguno está tejida de “cuestiones bizantinas” sino que se asienta sobre cuestiones tan “vitales” y tan directamente implicadas en la realidad de la propia vida como la posibilidad o no posibilidad de una auténtica humanidad en Cristo en la que no hubiese plena libertad humana de Cristo. En definitiva, “si solo la libertad divina salva, ¿en qué queda el axioma clásico: ‘lo que no fue asumido, no fue salvado’? ¿Puede una libertad solo divina salvar y liberar nuestra libertad humana?” (79).

El “error” o principal escollo cree verlo Uríbarri en la siguiente afirmación del teólogo Ratzinger: “[…] pero ambas [voluntades] se fusionan en el espacio personal, en el espacio de la libertad, de modo que ambas devienen en una voluntad, no naturalmente, sino personalmente”.

Para Uríbarri el pensamiento del teólogo Ratzinger en torno al misterio de Cristo es catalogable con la etiqueta de Neocalcedonismo. Básicamente, por esta corriente denominada como Neocalcedonismo se suele entender, en su tradición más visible, la afirmación de una única libertad exclusivamente personal, por lo tanto divina, en la oración de Jesucristo en Getsemaní. Tal y como Uríbarri interpreta el pensamiento de Ratzinger, en la oración del huerto se daría una unidad, a nivel personal, con una fusión de las dos voluntades, humana y divina, en una única voluntad personal (de la hipóstasis o persona), y una única libertad personal. Por tanto, en Jesucristo, el Verbo encarnado, no habría una libertad humana, sino solamente divina.

Hasta aquí el “ajuste de cuentas”, ciertamente teológico, al teólogo Ratzinger. Lo que si cabría ahora es “devolver la pelota al tejado” del profesor Uríbarri. Todo pasaría por una pregunta al profesor Uríbarri: ¿Realmente ha asumido en su libro la integridad de la tesis sexta de los Puntos de referencia cristológicos propuestos por el teólogo Ratzinger? ¿Cómo, si no, interpretar pasajes como el que sigue a continuación? “Pues el no ser uno junto al otro, sino el ser uno en el otro, la unidad del ser de Dios y ser hombre en Cristo significa salvación para los hombres, ya que solo así se realiza aquel verdadero ‘devenir como Dios’, sin el cual no existe ni liberación ni libertad”. O este otro pasaje, ya citado anteriormente, de la consabida tesis: “Pero, esa voluntad humana sigue a la voluntad divina y así, no de un modo natural, sino haciendo ese camino en la libertad se transforma en una sola voluntad con la divina: la dualidad metafísica de una voluntad humana y una divina no es anulada, pero ambas se fusionan en el espacio personal, en el espacio de la libertad, de modo que ambas devienen una voluntad, no naturalmente, sino personalmente”.

Siempre he admirado en la citada tesis sexta el siguiente pasaje: “Así, la oración, que entra en la oración de Jesús y en el cuerpo de Cristo se transforma en oración de Jesucristo, puede caracterizarse como un laboratorio de libertad”. Así como también siempre me ha dado mucha luz su cierto paralelismo en la tesis séptima de los Puntos de referencias cristológicos al definir la quintaesencia del quehacer del teólogo: “En un mundo caracterizado por las divisiones, él podría iluminar los fundamentos de una unidad posible y realizable. A él es confiada la pregunta sobre la posibilidad de esa unidad, sobre cómo es posible hoy reconocer y realizar unidad semejante; […] Y puede realizarlo, es verdad, sólo si él mismo entra en aquel ‘laboratorium’ de la unidad y de la libertad […], en esa transformación de la voluntad propia en la que se deja expropiar y adaptar a la voluntad divina”. La cuestión es si Uríbarri en su académica discusión con el teólogo Ratzinger, tras las 349 páginas de su libro, ha dejado o más bien ha preferido dejar en “mute” pasajes como los inmediatamente antes citados. Lo digo con toda la humildad: – Creo que no se ha dado al profesor Ratzinger la oportunidad de explicitar su pensamiento.

Lector inquirat.