Profe de Reli


No te veas en una tribulación o en un agobio por lo titánico del esfuerzo

Sé que, a veces, es muy difícil tu tarea y que es complejo mostrar “cuál es la nueva visión de la vida, del hombre, de la justicia, de la vida social, y de la cosmovisión entera que surge de la fe, incluso realizando signos concretos” (DC 60). Necesariamente has de tener muy presente que “la luz con la que el Evangelio ilumina la sociedad no es un segundo momento, cronológicamente distinto del anuncio de la fe” puesto que esta afecta a todas “las dimensiones de la vida humana” (DC 60).

Tu estar en el claustro o en los pasillos de tu Instituto pasa por una conversación con el profesor de Filosofía en la que puedas hacerle ver que no hay una razonabilidad débil de la fe o que es difícil, por no decir casi imposible, intentar obviar el peso específico de la voz de la conciencia. A lo mejor estás con respecto a ese profesor en las “antípodas” del pensamiento y la comprensión de la vida pero de seguro que puede llegar a admitir que la “verdad” no es reducible a lo meramente empírico o que la dimensión religiosa de la persona no es un mero resquicio del pasado. Si en ese momento de la conversación pasa el de Biología no tengas rubor en hablar con él del Neodarwinismo o en lanzarle la pregunta: ¿La diferencia con el mono es cualitativa o cuantitativa?

Con el profesor de Historia puedes ser cercano y en esa cercanía poder llegar a razonar sobre estos o semejantes interrogantes: ¿Hubo respuesta de la Iglesia en la Revolución Industrial? ¿Es posible estudiar Historia del Arte sin un mínimo conocimiento del cristianismo? ¿Tan oscura fue la Edad Media? ¿Tiene sentido juzgar un hecho con varios siglos de distancia? (Véase, por ejemplo, las Cruzadas). Pero hay dos cuestiones en las que puede que “embarranquéis” lo cual no ha de ser óbice para dejar de afrontarlas: 1) La persecución religiosa en la España del siglo XX. 2) El descubrimiento de América, ¿proeza o mutilación de culturas?

“Harina de otro costal” será buscar algún punto de conexión con el de “Valores” – tú intenta hablarle de virtudes más que de valores – pero ya te digo que hay temas más que suficientes para “enzarzarse” en nutrida conversación. Véase por ejemplo: ¿La distinción hombre-mujer (padre-madre) es meramente cultural? ¿Es lógico esperar una sociedad democrática apelando a la discriminación positiva? ¿Qué diría realmente un verdadero principio de laicidad? ¿No están arrebatando las generaciones actuales algo que las venideras necesitarán para vivir? ¿Qué aporta la familia a la sociedad?

Te encontrarás con el profesor de Inglés y a parte de darle el pésame por el fallecimiento de Isabel II puedes invitarle a hablar de grandes escritores en esta lengua en los que el dato de la fe no era un mero adorno como Tolkien, C. S. Lewis. Bruce Marshall o el mismísimo Newman (El sueño de Geroncio es considerado una de las cotas más altas de la Literatura inglesa del XIX). “Tres cuartos de lo mismo puedes hacer con el profesor de Francés al recordarle a personajes tipo Péguy, Bernanos o Claudel.

No te veas en una tribulación o en un agobio por lo titánico del esfuerzo. Al final será tu misma vida y “saber estar” lo que te convertirá en el más original de los “apologetas” creando – casi sin darte cuenta – las más bellas disposiciones para que el Evangelio sea escuchado por todos”. Aún así no olvides que nada tiene una mayor capacidad de unificación y de dar sentido que la más genuina cultura cristiana.

Cierro estos pensamientos en voz alta con unas palabras del Papa Francisco que creo te podrán ayudar: “La teología y la cultura de inspiración cristiana han estado a la altura de su misión cuando han sabido vivir con riesgo y fidelidad en la frontera. ‘Las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación. Sus preguntas nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan. Todo esto nos ayuda a profundizar en el misterio de la Palabra de Dios, Palabra que exige y pide dialogar, entrar en comunicación’”.