Lo que celebraban como recuperación ha acabado siendo un rebote


La música va dejando de sonar, del gas monetario de la risa poco queda ya y la fiesta de occidente día a día agoniza su final

A finales de 2020 las diferentes instituciones políticas e infinidad de analistas económicos afirmaban con vehemencia que los años 2021 y 2022 iban a sellar una fuerte recuperación de la economía mundial y sobre todo de la economía española, economía que cayó con más intensidad que todas las demás. Pasado el primer trimestre de 2022 y tras analizar los diferentes sucesos acontecidos y las variables más importantes en el corto/medio plazo de la economía española y mundial podemos afirmar en este momento que lo que se preveía como una voluminosa recuperación ha quedado en rebote, pero, ¿Qué tipo de rebote? ¿Hacia dónde nos dirigirá ese rebote? Comenzamos.

Nos encontramos en con un panorama en el cual cada día que pasa se le suma un componente más para tratarse de una tormenta, para tratarse de una tormenta perfecta, económica claro está, porque las sequías que estamos viviendo no se vivían desde muchísimos años. En mi opinión, la tormenta perfecta es aquella en la que se engloban los siguientes componentes; viento, lluvia, granizo, truenos, relámpagos y mucha oscuridad. Si lo llevamos al argot económico, tormenta perfecta es aquella en la que se juntan; inflación elevada, deuda pública insostenible, la borrachera de crédito acumulada, conflictos bélicos que son como leña al fuego para las dos variables comentadas anteriormente y, para terminar, estados gigantescos y sobredimensionados que poseen más poder y autonomía que nunca y que son incapaces de utilizarlo para contrarrestar dicha tormenta.

 

Como comentaba, dicha tormenta cada día tiene más pinta de ser perfecta porque el escenario actual nos invita a pensar así. Nos encontramos con una guerra entre Rusia y Ucrania que está provocando hambrunas en gran parte del mundo subdesarrollado, ya que gran parte de países asiáticos y africanos importan más del 50% de cereales y trigo a Rusia y Ucrania, países considerados el granero de Europa. La guerra está suponiendo que estos países dejen de consumir ese 50% que importaban de esos países, cosa que se traduce en severos desabastecimientos y finalmente en hambre generalizada.

Por otra parte, los precios de la energía, las políticas monetarias expansivas iniciadas hace décadas y obviamente los diferentes conflictos bélicos presentes en la actualidad son el detonante perfecto para encontrarse con una inflación desmesurada que muchos países están sufriendo, y sobre todo países y economías super endeudadas con problemas para encontrar en los mercados internacionales inversores que quieran su deuda pública en una tesitura de subida de tipos de interés por parte de la FED, también nos encontramos con un frenazo a la compra de bonos soberanos por parte del BCE en julio de este año y posible subidas del tipo de interés en el último trimestre del año. Todo esto produciéndose de manera conjunta daría lugar a la tormenta perfecta que comentaba ¿Por qué?

Porque la inflación hace que la sociedad sea más pobre de forma generalizada en un momento donde el crecimiento económico real brilla por su ausencia, donde el planeta tiene una deuda global que supone tres veces lo que el mismo produce en un año, donde

los conflictos bélicos provocan hambrunas en gran parte del mundo subdesarrollado, donde gran parte de países con alto nivel de endeudamiento ven como se acercan al default debido a las irremediables subidas de tipos de interés, al frenazo de políticas monetarias expansivas y al carecer de financiación alguna en los mercados internacionales y, por último, nunca jamás hemos vivido una época donde los estados tuvieran tanto poder, donde los estados tuvieran un peso tan grande en la economía y en la sociedad y digo yo, ¿Para qué?  No son capaces de resolver y solventar las situaciones que he comentado líneas atrás, eso sí, maquillan sus datos para sacar pecho y asfixian los datos del contrario para hundirlos políticamente.

En varias ocasiones he hablado acerca del cortoplacismo político imperante en nuestras sociedades y en este artículo quiero dejar palpable que los males que adolece nuestra sociedad y nuestra economía no pertenecen al momento actual, no, en absoluto. Son problemas que nacieron por no querer acometer las reformas que necesitaba nuestro país en el pasado debido a que dichas políticas no eran, ni son ni serán populares, jamás.

Reformar el sistema de pensiones quebrado y fraudulento que tenemos no es popular, no señor. Reformar el estado y adecuarlo a las dimensiones reales de nuestra economía no es popular, no señor. Reformar el sistema energético e invertir en energías como la nuclear o el gas que es la que más consumimos pero que en lugar de producir nosotros la importamos mucho más cara a Francia y Argelia no es popular, no señor. Reformar la fiscalidad y el mercado de trabajo para impulsar y dinamizar el empleo para no ser campeones de paro en medio mundo no es popular, no señor. Por lo tanto, nadie acometerá esas medidas y se irán sumando a la tormenta hasta el mundo de que en nuestras propias narices explote dicha tormenta y sea demasiado tarde. La música va dejando se sonar, del gas monetario de la risa poco queda ya y la fiesta de occidente día a día agoniza su final.

 

” Es fácil estar equivocado y persistir en estar equivocado cuando el costo de estar equivocado lo pagan otros.”

Thomas Sowell.