De la producción a la disposición


Como había descrito en mi anterior artículo, lo que se genera en el PIB (Producto Interior Bruto) permite componer diferentes posibilidades a un país o región. Así hoy analizaré el presupuesto de gastos de un país en relación con su PIB. En los estados de la UE y otros con economías avanzadas, para completar los presupuestos cuando no se alcanza un nivel de ingresos para asumir esos gastos, se acude al mercado financiero mundial. Vaya por delante una importante diferencia entre un país o región y una empresa, en lo que se refiere a su financiación. A los primeros se les presupone una duración ilimitada, que les posibilita el uso de instrumentos de financiación muy diferentes en formas y volúmenes. Esta diferencia ha supuesto largos debates con mi buen amigo Antonio Gallego, socialdemócrata convencido.

Pues bien, abundado en los datos (espero no marearlos) disponibles en el portal DatosMacro sobre el porcentaje de presupuesto de gastos de un país en relación con su PIB, en el año 2018, España alcanzo un 41,70%, Alemania un 44,60 %, EE.UU. un 35,14 %, México un 25,67% e India un 26,18%.  Volvemos al dichoso PIB, más PIB serán más posibilidades de gastar.

Nuestro estado y los de nuestro entorno han encontrado en los mercados la solución para financiar los desequilibrios de sus presupuestos durante años. Así uno de los más importantes cocientes para un país o región es dividir su deuda entre su PIB. España en concreto, a final de 2019, tenía una deuda que representaba el 95,50% de su PIB, Alemania un 61,90%, EE. UU. un 104,26%, México 53,62%, e India un 68,05%. Al igual que ocurría con el PIB, si dividimos el total de deuda entre el número de habitantes tendremos la deuda por persona, per cápita. Cada español tenemos una deuda per cápita de 25.330 euros, cada alemán 24.922 euros, cada estadounidense 55.477 euros, a cada mexicano 4.446 euros y a cada indio 1.158 euros.

Después de ver estos datos cualquiera pensaría que mexicanos e indios podrían disponer de mayor endeudamiento, y por tanto, de mejores bienes compartidos (sistema sanitario universal, educación, infraestructuras e incluso mejores sistemas de protección del medio ambiente). Siento decepcionarle, pero no es así. Aquí juegan un papel relevante, a veces puesto en duda, las Agencias de calificación que con sus valoraciones sobre la calidad de la deuda abren o cierran el acceso a financiación. Si un país no dispone de los suficientes instrumentos para demostrar su capacidad de financiación, los financiadores mundiales, no suelen prestarle dinero. ¿Por qué a ellos no y a nosotros sí?, en parte, por otro aspecto muy relevante y a veces no tratado con la importancia que merece, nuestra pertenencia a la UE, y en concreto a la unión monetaria, que nos ha permitido estar en un exclusivo club de países (con estrictas normas) capaces de acceder a ingentes cantidades de deuda, a un coste muy bajo.

Cualquier decisión que nos aleje de unos parámetros de razonabilidad entre PIB, presupuesto de gastos y deuda, nos puede llevar a la perdida de los niveles de bienes compartidos de los que disponemos en la actualidad, no creo que haya quien quiera perderlos, sino mejorarlos.