Las elecciones han pasado y con ellas el descanso de la vorágine de promesas, sonrisas, eslóganes y soflamas. Pero la resaca le va a durar a más de uno.
Vencedores y vencidos
Ha conseguido ser el hombre más fuerte de su partido, el nuevo gran líder. Los votos le han sonreído y las encuestas se hinchan, las mismas que no le dieron ese gran resultado, salvo una. Pero en el otro lado de la balanza están los vencidos, que son dos. Unos se consuelan con liderar la oposición y asegurar que a ellos se debe parar a la ‘ultraderecha’. Los otros han ganado en votos y escaños, pero se han desinflado sus aspiraciones. El resto, irrelevantes.
¿Llegarán las elecciones que quieren?
Difícil que, en su peor momento y con una presidencia europea, se vaya a ir, cuando está atado a la silla con el tallo de la rosa y le da igual que se le claven las espinas. Todo vale por seguir y, como esto cambia rápido, lo mismo hasta es capaz de conseguir volver a mandar.
Salen corriendo
Hay quien se vio en un escaño, con la chaqueta bien planchada y la corbata ajustada. Su gozo en un pozo y ahora huye y culpa a todos, menos a él de lo que pasó.