Yo diría más, no sólo el alma, sino también el corazón y el motor de Córdoba. Me refiero a la Mezquita-Catedral y a su Cabildo que de forma incesante, sin pausa, sin alardes, sigue engrandeciendo y embelleciendo el Conjunto Monumental y con ello a la Ciudad.
Ahora ha tocado enseñarnos la finalización de la restauración de la Capilla del Espíritu Santo ¡Espectacular! ¡Increíble! Nueva joya dentro de la mayor joya de la Ciudad y una de las más importantes del mundo, como lo demuestra el haber sido la primera declaración de Patrimonio de la Humanidad, que puso en carrera a Córdoba para hacerla la ciudad del mundo con más declaraciones de patrimonio de la humanidad: cuatro directas y dos indirectas.
También hemos visto como avanzan las obras del Centro de Recepción de Visitantes de dicho conjunto monumental, otra obra para el desarrollo y promoción de Córdoba, digna de todo elogio y de la que muy pronto podrán disfrutar los cordobeses y todos aquellos que nos visiten.
No podemos olvidar que Córdoba se mueve a través de tres grandes sectores que son los que dinamizan el resto de actividad: el turismo, la industria agroalimentaria y la joyería. Esta última, por desgracia, en malos momentos por ser a la primera que le afectan, por obvios motivos, las crisis económicas, pero, sin duda, la joyería cordobesa es única y reconocible en todo el mundo.
Pues bien, creo que nadie (aunque siempre habrá alguno) discutiría que el principal motor de la actividad cordobesa es el turismo y su corazón el casco histórico y su Alma el Conjunto Monumental Mezquita-Catedral, o quizás todo sea lo mismo, pues es posible que sin ese Alma no existiera nada de lo demás.
Antes de esta maldita pandemia la Mezquita-Catedral atraía a Córdoba más de dos millones de visitantes y si ello es así no puede menos que reconocerse que se debe a la magnifica gestión que hace el Cabildo Catedral, con cuidado exquisito del patrimonio y sin olvidar, en ningún momento, que se trata de un bien de la Iglesia puesto a disposición de todos los cordobeses.
Sin embargo, consecuencia de un anticlericalismo rancio y trasnochado, la izquierda cordobesa, y algún que otro jurista sectario y falso, se niega a reconocer públicamente esa gran labor.
Cuando el debate sobre la propiedad de la Iglesia del Conjunto Monumental ha quedado cerrado con una expresa y contundente declaración de expertos y del gobierno central, encabezado por quien fue la impulsora de aquella siniestra comisión creada en Córdoba, que no deja duda al respecto, aquí siguen sin querer reconocer públicamente lo que es evidente y obviando la labor que por la ciudad hace el Cabildo Catedral.
En el acto de inauguración de la restauración de la Capilla del Espíritu Santo y la visita a las obras (muy avanzadas, casi finalizadas) del CRV, a la que acudieron, nada más y nada menos, que el Nuncio de Su Santidad, el Presidente de la Junta de Andalucía, dos de sus Consejeros, el Alcalde de la ciudad, y multitud de autoridades civiles y militares, no hubo nadie (puede que alguno, quizás a título particular) de la izquierda cordobesa que se dignara a acudir.
No se trata de expresar un sentimiento religioso, que también para muchos cordobeses lo es y será, se trata de saber estar y de reconocer un trabajo y un esfuerzo por el bien de la sociedad cordobesa. Qué oportuno aquello de “qué buenos vasallos si hubiera buenos señores”, pero no, para esta izquierda es mejor y más rentable (o al menos eso deben pensar) la confrontación y achacar a la Iglesia todos los males.
Más valdría, por el bien de todos los cordobeses, que las instituciones políticas se pusieran al nivel del Cabildo Catedral y se esforzaran por engrandecer, embellecer y hacer cada vez más atractiva “una de las ciudades más bellas del mundo”, como señaló en el acto el Presidente de la Junta de Andalucía, y se dejasen de espurias y aviesas ideas, que no hacen sino poner palos al motor de la ciudad.