
Parece evidente que quien no es capaz de generar riqueza por falta de capacidad e ideas, la solución por la que opta es la de aprovecharse de los que sí las tienen, las gestionan como se deben y ejecutan a la perfección.
La obsesión de este gobierno de la nación por meter la mano en los bolsillos de los españoles es ya enfermiza. Todo lo que huela a negocio y produzca beneficios lo quiere para mantener sus chiringuitos y apesebrados y, o bien te crea un nuevo impuesto, o te lo sube o quiere quedarse con el negocio, eso sí, en este caso sólo para poner la mano que vaya a ser que haya que trabajar y pensar que para eso ya no estamos.
Una vez que por todos lados le dijeron que lo de quedarse con la Mezquita-Catedral era imposible, que no tenían ninguna razón en su argumentos, y a pesar de que la señora vicepresidenta encabezó una loca comisión para todo lo contrario (empujada por esa plataforma sin razones y sí con mucha envidia y odio), corrió a posicionarse muy digna en la falta de razón de jurídica, como si ella no hubiese propugnado lo contrario y encabezando lo que resultó ser un puro fiasco y mentira.
Pero claro, al final “la burra vuelve al trigo” y como sólo piensan en quedarse con las cosas de los demás, vienen ahora a intentar sacar adelante una absurda, abusiva e innecesaria Ley de Patrimonio Histórico, que como casi todas las cosas novedosas que propone este gobierno, roza lo anticonstitucional (en este caso por fuera). Pretendida ley que no tiene más finalidad que volver a atacar a la Iglesia y apoderarse de los resultados de la magnifica gestión del Cabildo Catedral en la conservación y puesta a disposición de la Mezquita-Catedral a los ciudadanos.
La burla a Córdoba, a Andalucía y otras Comunidades Autónomas es absoluta. Por un lado, con sus socios independentistas vendiendo el Estado, alcanzando un nivel de negación propia acorde con el mentiroso del personaje, mientras que de otro se quieran inmiscuir y robar las competencias de otras Comunidades Autónomas. Y así mientras se proclaman, por enésima vez, unas líneas rojas, por otra se abren las puertas para las concesiones al independentismo para que sueñen (y con el tiempo si sigue Pedro Sánchez, lo consigan) con un referéndum y una ampliación de su Estatuto de Autonomía ya negada por el Tribunal Constitucional, para, de otro lado, cercenar competencias a otras Comunidades Autónomas.
El Estatuto de Autonomía de Andalucía es rotundo, en su artículo 68.3. 1º atribuye de forma exclusiva a la Comunidad Autónoma la “protección del patrimonio histórico, artístico, arqueológico y científico”. ¿Qué papel pretende tener el Estado en esas Comisiones o Patronatos que amenaza con crear en esa propuesta de ley?
Pues parece que el de siempre: ¡dónde está el dinero que me lo llevo!, ya les dejo la protección, la inversión, el desarrollo, la gestión a quienes lo están haciendo de maravilla, para que ese esfuerzo no repercuta donde tiene que repercutir, sino en sus bolsillos para seguir comprando voluntades.
Los que también ven el cielo abierto son los de esa comisión que lleva años queriendo quedarse con el Conjunto Mezquita-Catedral, con vacuas palabras, sin un solo razonamiento jurídico válido (porque no lo hay) y con la demagogia por bandera. Como es habitual en este gobierno, vuelve a darle alas a quienes le interesa para seguir provocando la división y la discordia, en su lucha anticlerical y con el ánimo de someternos a todos a sus voluntades.
¿Qué estaría sucediendo en las calles españolas si esta batería de propuestas absurdas y contrarias a la ley y la convivencia se hubieran gestado desde un gobierno de otro color?
Pero cuidado, mucho me temo que desde el partido que sustenta el gobierno se está creando un monstruo, se está sosteniendo a alguien que cada vez admite menos la crítica y la oposición y si no se le pone píe en pared veremos lo que acaba pretendiendo. La última muestra la también pretendida reforma de la Ley de Seguridad Nacional donde el gobierno quiere tener potestad para imponer “prestaciones personales” a los ciudadanos. Esa es la libertad de la izquierda y luego se atreven a llamar fascistas a otros.
En fin, esperemos que el pueblo tenga memoria y cuando llegue el momento de expresarse en las urnas, no olvide y sepa valorar dónde se están mandando los derechos y libertades que tanto costaron conseguir.