Año nuevo, como el anterior


No, no soy un pesimista. Todo lo contrario.

Es típico, y educado, estos días, tras la celebración de la Navidad, desearnos todos un feliz año nuevo, con deseos de que todo mejore para cada uno de los de miembros de nuestra familia, amigo o conocido a quien se lo trasladamos. Deseos imbuidos del espíritu navideño de Paz, Amor y Felicidad.

Y seguro que esos deseos son ciertos y nacen del interior de cada uno de nuestros corazones. Deseos llenos, por tanto, de verdad y esperanza.

Pero lo cierto es que la realidad es mucho más terca que la buena voluntad que nace del fondo de los corazones y nos devuelve a ese mundo que sigue girando sin cesar y en el que los cambios son pocos, o ningunos, y muchos de ellos a peor.

No, no soy un pesimista. Todo lo contrario. Creo en la gente, en su buena voluntad y estoy convencido de que uno por uno son personas excepcionales, maravillosas, pero que cuando nos incorporamos a la sociedad aparecen otros condicionamientos que nos hacen olvidarnos de los buenos deseos y volvemos a la competencia entre nosotros. Competencia que es buena, muy buena, si es sana, pero que llega a ser un calvario cuando para conseguir lo que queremos olvidamos el respeto al otro y sacrificamos los valores, los buenos valores, que hemos vivido y recordado con las fiestas de Navidad, con el nacimiento del Niño Dios y la renovación de Su mensaje.

Por eso sé que pasados estos días dulces de las fiestas de Navidad, volveremos a las peleas entre los políticos por un quítame allá esas pajas con tal de arrancar un voto, o traicionaran compromisos con la intención de aprovechar el momento para mejorar sus propios resultados. Es decir, en pocos días, los deseos de Paz, Amor y Buena Voluntad quedarán guardados en los cajones, junto con la decoración de Navidad, para el próximo, que los volveremos a sacar y a darle el mismo uso que se le da al árbol y a la decoración de estas fiestas.

Qué sueño sería que de verdad se cumpliera todo los que nos deseamos y que dejáramos de pensar exclusivamente en nosotros y nuestro propio éxito y beneficio y que nuestros gobernantes se dejaran de peleas insulsas y se sentaran, de buena voluntad, y pensaran en todos los ciudadanos, no sólo en el acto útil para mejorar resultados y que no existieran cordones sanitarios más allá de para aquellos que quieran destrozar la convivencia.

Pero ya saben, año nuevo, más impuestos, más obligaciones, más asesores, más puestos que cubrir, antes de que se vaya a producir un cambio y alguno se quede compuesto/a y sin novia/o, de nuevo la vuelta de la burra al trigo y a vivir ese Déjà vu de la lucha por mantener el poder y … el Falcon.

Yo sólo espero que este año, a los ciudadanos nos haga algo más listos e inteligentes y que cuando llegue el momento de acudir a las urnas, que ese es nuestro único pero gran poder, seamos capaces de analizar quién de verdad trabaja por el bien común y quién sólo se preocupa por su estatus y su poder, porque ese es el momento de cribar y dejar sólo a los hombres de buena voluntad al frente de los intereses de todos.

Por eso desde aquí, al comienzo de un nuevo año deseo de todo corazón a todas las personas de buena voluntad, la capacidad y la inteligencia del discernimiento para elegir a aquellos quienes de verdad les importamos y a esos elegidos, la mejor de las fortunas en saber guiarnos para el éxito como sociedad.

¡Feliz 2022!