Susto o muerte


Es el juego del trilero que te enseña un vaso para esconderte la bolita en otro

Llevamos casi toda la legislatura con globos sonda que nos amenazan con meternos más y más la mano en el bolsillo, lo malo es que luego alguno de ellos se cumplen de verdad y pasamos del susto a la muerte.

Se vino amenazando por el gobierno central hasta la saciedad con lo de la tasa por circular por autovías, sin que, gracias a Dios, lo haya ejecutado, pero que sigue repitiéndose como un mantra cada poco tiempo, vaya a ser que se nos olvide que aún nos pueden sacar más dinero.

Sin embargo, cada vez que han asustado con subir las cotizaciones a la Seguridad Social o atacar a la economía de la empresa, lo han llevado a cabo y, tarde o temprano, acabaran dando muerte a más de una, porque si se sigue subiendo el coste de producción, entre la subida de salarios y de materias primas (amén de la escasez de alguna), hará que, o los precios del producto sean inasumibles en el mercado o que no den para mantener los gastos estructurales.

No digo que no hayan de subirse los salarios, sino que eso, como todo lo demás, debe ser de una forma equilibrada, en la que se pueda seguir manteniendo la producción.

Para este gobierno existe la creencia de que todo empresario es rico y hay que atacarle el bolsillo, y se olvida de que en España más del 90% de las empresas son microempresas o autónomos, que se han tenido que buscar la vida por su cuenta, de las que más del 50% no cuenta con asalariados y el 40% restante no pasan de nueve empleados, así como la mitad de las empresas son personas físicas y sólo menos de un 3% revisten la forma de sociedad anónima (según datos del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España).

Ahora, en esta semana, se nos deja caer, también, que están pensando en hacer tributar a las indemnizaciones que se reciban como consecuencia de accidentes de circulación.

Ya ven, el gobierno pretende que aquél que haya estado ingresado en la UCI o impedido para su vida normal como consecuencia de un accidente de tráfico, amén de tributar por las rentas que haya obtenido durante ese periodo, bien por el salario que haya seguido percibiendo o los beneficios que hubiese conseguido, también tribute por la indemnización por el daño corporal sufrido. O que a quien se le tenga que amputar un brazo o una pierna, o quede parapléjico, paguen el correspondiente impuesto por recibir una indemnización que nunca compensará el daño sufrido.

¿De verdad que al decir esto no se han parado un segundo en pensar? Dónde está aquí el respeto al principio constitucional de respetar la capacidad económica del contribuyente que, entre otras cosas, ampara que no se graven hechos que no produzcan en el mismo una manifestación de riqueza o de posibilidad de obtenerla.

Pero yo creo, al igual que pasa con otras muchas cuestiones, que se lanzan todas éstas para evitar que se hable de lo importante. Es el juego del trilero que te enseña un vaso para esconderte la bolita en otro.

Nos entretenemos en discutir estas cosas absurdas o nos vuelven a hablar de si la Omicron es más leve o grave que la Delta, o si en el futuro van a venir otras variantes más graves o que esto ya se acaba. Según interese así nos traen al virólogo de turno, o todos a la vez.

Mientras tanto la subida de la luz y de la gasolina y de los alimentos, la pérdida de capacidad económica por la enorme inflación, las condenas por ERES en Andalucía, los viajes en Falcon, o la exuberante producción de asesores y carguitos públicos para amigos o acreedores de favores, etc., etc., pasan desapercibidos o como una noticia más que complementa el telediario.

Me pregunto que pasaría con esta situación que vivimos si el gobierno fuese de otro color y cómo estarían las calles, pues los socios del Sr. Sánchez no se cortan en amenazar con “quemarlas” si pierden el poder.

Mientras tanto, el gobierno decreto-ley a decreto-ley imponiendo leyes puramente ideológicas, o “no” reformas laborales (aunque cuidado con alguna nueva concepción de la contratación), sin respeto alguno al debate parlamentario y acusando a la oposición de obstruccionista, cuando todo se hace a su espaldas y sin ningún consenso.

Va siendo hora de que nos preocupemos por lo importante o si no, dentro de poco, sabremos mucho de virus (o nada) pero nos encontraremos en la más absoluta de las miserias y no sólo económica.