La traición a los muertos


Rafael del Campo
Rafael del Campo Blog

Desde que accedió al cargo prometió dedicarse algún tiempo, diez o quince minutos al día, no más, a sí mismo. De modo que, al tomarse el café de media mañana, se quedaba solo, entrecerraba los ojos, y se abandonaba a la autocomplacencia. Nada había que le satisficiese más que ese onanismo memorioso: repasaba su biografía, su escasa relevancia universitaria, sus tiempos de concejalillo, o cómo accedió de rebote a ser diputado, diputado irrelevante, sí, pero diputado; las extrañas carambolas que lo llevaron a secretario general del partido, el “ no es no”, la lucha constante, las promesas grandilocuentes, las miserias…y ahora, Presidente del Gobierno.

De vez en cuando, para fastidiarlo, aparecía la conciencia. A molestar, como siempre.

– Pedro, no olvides, que…

Pero él la cortaba de inmediato:

– ¿Qué es esto de Pedro? Llámame “Presidente“.

La conciencia no se acharaba: – Vamos a ver, Pedro, que soy tu conciencia. ¿Cómo te voy a llamar Presidente? Yo soy tú y tú eres yo, aunque no te guste…

Aquella mañana el sol de primavera entraba a chorros por el ventanal y, tal era su fuerza, que, al trasluz, se veían flotar minúsculas motas de polvo en el ambiente.

Y primer sorbito de café.

Dio en recordar sus tiempos de soldado. Hacía unos días había repasado unas fotografías antiguas. Y ahí estaba él, con sus compañeros. Ya entonces sobresalía su figura, su empaque, sus formas apolíneas, elegantes… Y lo mejor: el tiempo no le había hecho mella. Si acaso le había dado una cochura que lo hacía más impresionante.

– Más impresionante aún, se dijo a sí mismo.

Unos años atrás había coincidido con algunos compañeros de milicia. ¡Cómo se habían deteriorado! Gordos como peonzas, las cabezas mondas como sandías y, los más afortunados, con cuatro pelos mal plantados, tal que barbechos ralos y miserables. Sí, sí, los había registradores de propiedad, empresarios de éxito… pero él era Presidente del Gobierno. Y ellos, no. Y él tenía pelo, y ellos no.

Y segundo sorbito de café.

Iba a gozar ahora recordando sus tiempos del ébola… Sí, cuando lió el “pifostio “ porque murió un perro y trató de acorralar a Rajoy. Pero la conciencia se hizo presente de nuevo. Para fastidiar, como siempre.

– Pedro, no olvides, que tú llevas 30.000 compatriotas muertos… o más. Y Rajoy sólo un perro…

Pero él la cortaba de inmediato:

– ¿Qué es esto de Pedro? Llámame “Presidente“.

La conciencia no se acharaba:

– Vamos a ver, Pedro, que soy tu conciencia.

¿Cómo te voy a llamar Presidente? Yo soy tú y tú eres yo, aunque no te guste… Pero luego la conciencia tornó en suavona, lejos de esas maneras ofensivas y atosigantes que solía usar.

– Presidente, no olvides que eres maravilloso. ¡Cuantísimos socialistas inteligentes, buenos, brillantes…! Y no han llegado a Presidente del Gobierno. Tú sí.

Pedro Sánchez quiso tender puentes con su conciencia. Parecía que su conciencia había adoptado actitudes menos ultras, menos fachas, menos franquistas… Por eso tomó una postura amigable. Le excitaba que le enfatizasen sus méritos.

– Tienes toda la razón, dijo. Ponme algún ejemplo.

– Hay muchos: Juan María Jaúregui, Isaías Carrasco, Froilán Elespe, Juan Priede… ¿ Te suenan, Presidente ?

Definitivamente la conciencia había entrado en razón. Ya no le llamaba Pedro, sino Presidente. Iba por buen camino.

Tercer sorbito de café. – Tú sabes que la sinceridad no es mi fuerte. Que soy algo mentirosillo, vamos. Pero esta vez te voy a decir la verdad: me suenan de algo, pero no los identifico bien…

La conciencia tomó la palabra :

– Pues verás ninguno llegó a Presidente por dos razones fundamentales : la primera porque no eran tan maravillosos como tú.

– Obvio, dijo Pedro Sánchez complacido. ¿Y la segunda razón ?

– Porque ETA los mató antes.

Pedro encajó la mandíbula. No podía sujetar la irritación. Pero antes de echar a patadas a la conciencia sonó el teléfono. Pensó que era su salvación para no tener que discutir con ella.

– Soy Adriana Lastra, Presidente; ya he firmado el acuerdo con EH Bildu.

– Bien. Que no se entere nadie. ¿Quién firma por parte de EH BIldu ?

– Mertxe Aizpurúa.. una periodista, fue condenada por apoyo al terrorismo hace unos años.

– Ah, bien, eso no tiene la menor importancia…. Cuarto sorbito de café.

– Por cierto, Adriana: ¿tú sabes quiénes eran Juan María Jaúregui, Isaías Carrasco, Froilán Elespe, Juan Priede ?

– No debes pensar tanto Presidente. Eres maravilloso. Con eso basta.

El sol de primavera entraba a chorros por el ventanal y, tal era su fuerza, que, al trasluz, se veían flotar minúsculas motas de polvo en el ambiente. También iluminaba las miserias del alma. Y las hacía claramente visibles. La más grande: la traición a los muertos.

Ya no hubo más sorbitos. El café se enfrió en la taza.