El Azar (y el horror).


La desazón que me quedó al acabar la película se vio acrecentada posteriormente, cuando fui procesando las imágenes y las contrasté con la actualidad española

Azar

AzarPara que luego digan que la publicidad tradicional ya no funciona. Hace unos meses vi, en un autobús de Aucorsa, el anuncio de Filmin, que es una plataforma parecida a Netflix o HBO, pero centrada en el cine clásico, minoritario o, en definitiva, el que no tiene tanto tirón hoy en día. Nunca me había parado a ver una película en este tipo de redes, más que nada porque por la noche caía en la cama como un marmolillo. Como mucho me dormía con el runrún del programa de información/opinión de Televisión Espantosa que hay a última hora de la noche. Hay gente pa tó, lo reconozco. El caso es que me apunté a esto de Filmin, y hete aquí que descubrí la Octava Maravilla del entertainment. Un inmenso videoclub digital que contiene (casi) cualquier peli que se te pueda ocurrir (siempre que no sea un estreno megapuntero de Hollywood). Desde entonces, es rara la noche en la que no me veo una o dos. Me acuesto más tarde pero contento.

Quiero hablarles hoy de una de ellas: El Azar, del director y guionista polaco Krzysztof Kieślowski. Nacido durante la II Guerra Mundial, quedó evidentemente marcado por los sucesos de la Europa de aquellos años. En esta película en concreto nos hace un planteamiento curioso, pues nos narra tres historias diferentes basadas en tres líneas temporales paralelas en la vida de su protagonista  (Witek Dlugosz), que se desarrollan en la Polonia comunista. Cada una de estas tres vidas diferentes del bueno de Witek son tres posibilidades que se abren en función de un solo momento de su vida (que tuvo lugar, en concreto, en una estación de tren) en función de como el azar actúa sobre dicho momento, modificándolo, y convirtiendo así la vida en nuestro amigo en una cosa o en otra muy diferente.

Bien, pues las tres vidas paralelas de Witek tienen lugar en la oscura época del Telón de Acero y del dominio soviético sobre la Europa del Este. En las tres resulta desgarrador comprobar cuan asfixiante, delirante y desastrosa resultaba la vida bajo aquellos regímenes autoritarios. El silencio, el miedo, la delación, las torturas, la cárcel, el aislamiento social, la ausencia de oportunidades fuera del Sistema, y en definitiva, la alienación suprema de vivir como una máquina por y para La Causa y El Partido.

La desazón que me quedó al acabar la película se vio acrecentada posteriormente, cuando fui procesando las imágenes y las contrasté con la actualidad española. Sería de risa si no fuera para llorar. Todo aquello que la Historia ha demostrado como horroroso e inhumano, vuelve con más fuerza. En las televisiones, en la radio, en los institutos, en la universidad…. El Socialcomunismo que no ceja y que nos vuelve a arrastrar a la miseria y la regresión moral.

¿Cómo es posible que abiertos defensores de abominables regímenes totalitarios campen a sus anchas por la política y el periodismo sin que nadie se lleve las manos a la cabeza? No hemos aprendido nada. Vamos de cabeza al hoyo de nuevo. Lo explica muy bien el maestro Federico Jiménez-Losantos en su bestseller “La Vuelta del Comunismo”, el cual les recomiendo.

¿Estamos perdidos o hay solución? Supongo que depende de nosotros, de lo que hagamos en nuestro pequeño ámbito de actuación personalmente. Por mí no va a quedar.

¡Viva la libertad!

Quieran a la gente de su alrededor y les irá mejor. Besos.