“¡Videa bien, hermanito, videa bien!”


Desconozco si la foto es real o bien un montaje, pero, en el fondo que más da

No podemos publicar la foto en cuestión porque no tenemos los derechos, pero creo que deben de haberla visto ustedes en Internet. Al fondo, en el centro de la imagen, se aprecia un barrio desolado por el tornado de Kentucky. Conforme vamos abriendo el ángulo y acercándonos a los márgenes de la imagen, comprobamos que está hecha desde el interior de una sala de cine. La pantalla ha quedado completamente destruida y se ha transformado en una ventana que se asoma al desastre del exterior. Mientras, en el interior, la sala, vacía y casi completamente oscura parece esperar a alguien que (quizá por casualidad) haga de testigo de la tragedia.

No hay nadie, ni dentro ni fuera. Solo el cámara (elíptico) que ha accionado el obturador para dejar constancia del momento para siempre. La sala de cine, constante en su quehacer, sigue ofreciéndonos su visión del mundo. El tornado ha cambiado su pantalla por un enorme ventanal, pero el espectáculo sigue ahí, aunque ya no haya nadie para registrarlo en su memoria. Bueno, sí, estamos nosotros.

Desconozco si la foto es real o bien un montaje, pero, en el fondo que más da. ¿Qué es “real”? Lo cierto es que está ahí y todos la hemos visto. Hemos visto una imagen que nos muestra otra imagen. Como un Velázquez del siglo XXI, el fotógrafo (o el montajista), nos obliga a entrar en su obra sin que sepamos realmente donde está la foto, como no sabemos donde está el cuadro, al contemplar Las Meninas.

Alex, en La Naranja Mecánica, se dirigía a la cámara directamente, justo antes de que él y su pandilla de bárbaros cometieran las más horrorosas atrocidades tras asaltar una casa habitada por una pareja y su criado. Rompiendo la diégesis, nos hacía partícipes, cómplices y culpables de aquel crimen, y sabía que no íbamos a poder sustraernos a aquella visión. Que no íbamos a levantarnos de la butaca del cine ni íbamos a cerrar los ojos, porque, precisamente, habíamos ido a ver aquello.

Medio siglo después del estreno de la película, nos hemos deslizado vertiginosamente por la pendiente que Alex nos señaló. Da igual la realidad, porque no sabemos lo que es real. Solo sabemos que lo estamos viendo. O mejor dicho, pensamos que lo estamos viendo, y nuestro cerebro lo acoge como una realidad. De ahí la potencia de la foto. Hemos visto decenas de fotos de pueblos arrasados por el tornado, pero nos quedamos con esa, porque nos otorga un marco de referencia, nos ofrece una butaca cómoda, una caja con palomitas y una Pepsi-Cola. Así sí lo entendemos. Así sí lo sentimos como propio.

Videen bien, hermanitos, videen bien. Si no lo videan, no existe.

Quieran a la gente de su alrededor y les irá mejor. Besos.