Histórica entrada en una gélida noche de verano. Siete millones de espectadores locales y quince visitantes. La UEFA se guardó tres entradas para unos compromisos de última hora, pero finalmente decidieron marcharse a Port Aventura. El Logroño Sin Rima United se jugaba el descenso administrativo a la segunda división provincial de voleibol, mientras que, por su parte, el Real Mandril vino con los deberes hechos puesto que los acabó en el autobús de camino al estadio. El New Las Gaunas Coliseum Seat Panda Metropolitano se vistió de gala para ser escenario de un encuentro que pasará a los anales y a los orales del deporte mundial.
Ya el día anterior, los respectivos místeres se habían encargado de calentar el choque manifestando cosas muy feas el uno del otro. Mateo Mascarpone, técnico mandrilista, se había referido a Wolfang Kagadero, homónimo riojano, como “germani pezzo di merda”. Por su parte, Wolvi le dijo en alemán que se cagaba en su madre cien veces. Así las cosas, y por si fuera poco, el tradicional almuerzo de presidentes acabó en merienda de negros. Ambos prebostes llegaron borrachos como dos chanchos al Hotel Villa Manga, donde ya le esperaban las respectivas directivas en pleno, tirándose a la cabeza migas de pan y canapés de pastel de cabracho que eran los que estaban más malos y nadie los quería. Nada más verse, los presidentes se liaron a torta limpia el uno con el otro. Solo se calmaron cuando apareció el camarero con dos cubatas de Ron Negrita.
En lo estrictamente deportivo hay que decir que, nada más saltar al campo, la estrella blanca, Rigolo de la Corneta, se trompicó al pisarse los cordones de las botas y se fue de cabeza contra la cámara de TeleCirco que estaba instalada en la banda. Los camilleros de la Cruz Roja retiraron al delantero mientras el camarógrafo le propinaba un puñetazo detrás de otro al grito de: “¡Aún no he terminado de pagarla!”
En su lugar, saltó al campo un coreano que no sé como se llama. El cuarteto arbitral interpretó “La Cabalgata de Las Walkirias” antes de dar comienzo al partido. El Logroño puso el balón en juego tirando a puerta queriendo imitar al Maradona de los Cárpatos pero mató un grajo que pasaba. La afición agradeció el gesto con pitos y palmas.
Los primeros compases del partido fueron de la máxima aburrición. De hecho, ambos porteros se durmieron y tuvieron que afanarse para despertarlos el jefe de los recogepelotas y un utillero. A mediados de la primera parte, Falcao Maravillao se escapó por la banda izquierda y se plantó en la línea de gol. Una vez allí, se volvió a saludar a una rubia que estaba en la segunda fila de preferencia, lance que aprovechó el central Melitón Pichincha para asestarle un certero golpe en la cabeza con el hierro siete. A la contra, Caótico Macanas pilló desprevenida a la zaga local y marcó a placer y gusto supino. El gol no subió al marcador dado que al encargado del mismo le dio mucho coraje.
El colegiado, Pínchez Armadillo, pitó el final de la primera parte, y los jugadores se fueron todos juntos a tomarse una cerveza al Bar Bate, en los aledaños del estadio. Como quiera que, pasadas dos horas, no habían vuelto, el encuentro se dio por finalizado con el resultado que le dio la gana al cuarto árbitro: Logroño 15 – Real Mandril 118,9.
Deseando llegue el partido de vuelta.
Quieran a la gente de su alrededor y les irá mejor. Besos.