Políticamente indeseables


Resulta curioso observar que las mujeres por las que merece la pena hacerse feminista estén en la derecha.

El libro te gana ya por la portada. Cayetana con la melena oxigenada doblemente. Aire dorado y cosmopolita de España, por el cual esta nación recibe a tantos y con tanto lucimiento. No es que sea guapa, que también, es que rebosa clase, estilo, aristocracia. Altiva, dicen. Sin duda. Ojos distantes, labios firmes, que apenas esbozan una sonrisa de desdén por los idiotas. Voz profunda, acento porteño, un poco malevo. Cuello largo de cisne, susceptible de recibir chistes groseros de la izquierda y de ser decapitado varias veces por la derecha. Leo el título y me identifico. Si sigo leyendo es probable que me de cuenta de que la identidad mal entendida tal vez sea el peor defecto de los españoles. Los nacionalismos son, todos, pura vanagloria.

Su lectura engancha y, como lo compré ayer, apenas si he tenido tiempo de pergeñar estas líneas sobre lo que dice o, al menos, sobre lo que provoca. Me asombra la reacción organizada de algunos diputados del PP, los mismos que aseguran que no lo han leído ni lo leerán y que, sin embargo, se indignan porque en el texto se denuncia la claque habitual de las Cortes, los aplausos desmedidos, las adulaciones, las unanimidades que sonrojan, el cainismo, el compadreo legislativo, todo ese cúmulo de excesos por obra u omisión que hablan muy mal del funcionamiento democrático de nuestras instituciones. Supongo que Teodoro los habrá reunido para comentarles lo que no deben leer pero sí criticar. Todo un detalle de delicadeza totalitaria y de refinamiento inquisitorial. Pero los diputados son conscientes, y así lo admiten en privado, de que están donde están porque alguien los designó a dedo, aunque se ofendan si se les recuerda en público. Es el cinismo de los políticos, que desgraciadamente aceptamos con benevolencia cuando se refiere a los nuestros. Habría que darles una colleja mientras les espetamos un consejo al estilo romano: no olvides que solo eres un hombre con suerte, elegido por quien tiene que elegirte para dictar lo que se te dicte.

Andrés Lorite./Foto: LVC
Andrés Lorite./Foto: LVC

Lamento que en este grupo esté mi buen amigo Andrés Lorite. Era un muchacho, ya no lo es, que apuntaba maneras. Buena voz, claridad expositiva, formación suficiente y honorabilidad acreditada.  Pertenece a una familia de la pequeña nobleza del Santo Reino, radicada en Baeza durante la reconquista. Desde entonces, sirviendo a España. Lo digo sin ironía. La tradición es un grado, la crianza es el molde de la persona. Ahora Lorite es ya es un político sólido. Otra cosa es que esté consolidado en su partido. Salir del montón no es fácil y a veces ni siquiera resulta rentable desde el punto de vista del interés estrictamente personal. Los cospedalinos, que siguen mandando en Córdoba, no lo quieren, los sorayistas, que siguen mandando en Sevilla, menos. El fue el primero de los casaderos de esta tierra y tal vez sea el único. Comprendo, pues, su torpe demostración de lealtad. Pablo tiene que saber quien lo quiere de verdad, aun a costa de mostrar las propias limitaciones intelectuales e incluso añadir un plus de descortesía. No se puede proclamar impunemente que un libro que no ha leído ni piensa leer “está basado en el rencor, la mentira y el insulto”. Menos mal que añade que no siente por él “la más mínima curiosidad”.

Estas manifestaciones ponen en ridículo a quien las suscribe y desde luego no mejoran el afecto de quien supuestamente pretende que las agradezca. Teodoro estará sopesando la oportunidad de mantener en las listas a un chico tan aguerrido y tan sincero, que hace defensa tan extraña de la mediocridad. En un mundo de políticos ágrafos, Cayetana es la excepción más atractiva. El PP no debería perder esta perspectiva, so pena de convertirla en el referente indiscutible, desde el punto de vista intelectual, cultural y liberal, de la política nacional y acaso europea. Salvando las distancias, una especie de Hannah Arendt a la española.

Resulta curioso observar que las mujeres por las que merece la pena hacerse feminista estén en la derecha. Es verdad que en la derecha también hay mujeres por las que lo mismo daría hacerse de izquierdas. Porque nada es perfecto. Pero cuando lees a Cayetana te das cuenta de porqué es ella políticamente indeseable para los que no creen en la libertad, de porqué es políticamente indeseable lo que describe, de porqué somos políticamente indeseables los que hemos permitido que lo descrito suceda. De porqué, en definitiva, la actualidad española es tan políticamente indeseable.

Baste como corolario esta frase del libro que se repite en la contraportada del mismo: “Sólo cuando los políticos digamos en público lo mismo que afirmamos en privado, sólo cuando reconozcamos la degradación de nuestro oficio, sólo cuando nos veamos retratados en el implacable espejo de los hechos, sólo entones seremos capaces de rescatar la democracia de las mandíbulas del populismo”.