Vestida para gustar


Yolanda Díaz utiliza armas de mujer, las clásicas armas femeninas, que oficialmente tan poco tienen que ver con las feministas

Érase una mujer a una nariz pegada, pese a lo cual sonreía continuamente y miraba con ojos viciosillos. Alguien le descubriría en su momento la personalidad que le aportaba su apéndice. Gracias a este tópico, nunca desmentido, pudo dedicarse a la política con fortuna manifiesta. Apostando osadamente por la imagen y contrastando su rostro de cuento para desvelar niños con su forma de vestir de residencia de señoritas. Alfonso Guerra podría reencontrase con Carlos II el Hechizado, ataviado de Mariquita Pérez, en su versión más dramática, e incluso Pedro Sánchez, si tuviera algún sentido del humor, la hubiera imaginado así. Lo cierto es que entra en los salones acicalada para gustar, con una femenina inconsistencia, demediada entre lo cursi y lo ñoño, pensada o intuida para despertar en los hombres su instinto protector, más atentos a la inestabilidad de sus tacones que a sus facciones judeo conversas, siempre inquietantes.

Lo demás cuenta poco en su ejecutoria. Es ministra de Trabajo sin saber lo que es un ERTE, apenas conociendo los ERES, por constituir doctrina financiera socialista, y adaptando la reforma laboral al gusto de los funcionarios europeos, de los funcionarios sindicales y de los funcionarios empresariales, por este orden y sin salirse un ápice de lo que estrictamente debe hacerse para que nada cambie en lo sustancial, ni se pongan en un brete los puestos de trabajo de los funcionarios antedichos. Y es también vicepresidente segunda del Gobierno, encarnando a una “izquierda de la izquierda”, a la que confiesa no querer ya representar y yéndose, vestida de blanco vaticano y negro jesuítico, y con las follas novas debajo del brazo, a ver si suena la gaita por casualidad y consigue establecer con el Papa una alianza populista galaico-argentina. Lo suyo es, por tanto, la transversalidad y el café para todos en los salones donde ella luzca. ¿Quiere decir esto que la ideología queda atrás? No. Quiere decir que la praxis es mas importante que la teoría para un marxista y que la praxis política lo es todo para un leninista.

Yolanda Díaz

No obstante, Yolanda Díaz utiliza armas de mujer, las clásicas armas femeninas, que oficialmente tan poco tienen que ver con las feministas, aunque en el fondo los cuerpos no puedan desmentir lo que son y las ropas, que los realzan, mucho menos. Su melena teñida de burguesa ha enviado al exilio la coleta tártara de Iglesias, que ahora expone un corte atusado de universitario privado al que solo faltase el chaleco de rombos. Los tiempos cambian y trascienden en estos hechos aparentemente fútiles. ¿Señales de que la extrema izquierda se civiliza? Solo de que se adapta. Pero adaptarse es empezar a renunciar. Salvo en el rostro, que es más de bruja que de princesa, Yolanda Díaz pretende rivalizar con la reina Leticia en elegancia y glamour. Entiendo que eso es bueno. Porque al cabo se conformará con ser duquesa. Y esto solo es posible en una monarquía.