Sí a la guerra


El mundo en que vivimos se reparte en democracias con problemas y en problemas sin democracia

Cuanto más intentan amedrentarnos con la guerra nuclear, más frágiles son los que lo intentan. Lavrov, ese esbirro alejado de su amo tanto como Macron, el pelele europeo de turno, tal vez porque los dos se saben igualmente prescindibles, nos está sugiriendo que habla por boca de ganso, como todos los de su condición, que solo esperan que cambie la circunstancia para salir huyendo o para ofrecerse como sustitutos. No suframos por el dedo de Lavrov, porque lo tendrá metido en el culo en estos momentos. La guerra nuclear no está al alcance de ningún personaje individual. Son demasiadas las llaves que han de utilizarse para accionar las cabezas nucleares. Y siempre fallará alguna. Los sicarios -lo sabe Putin mejor que nadie- obedecen hasta el límite de su supervivencia. Esta es la razón real de que la guerra fría respecto a ese tipo de arma lo haya seguido siendo hasta ahora. Incluso la guerra convencional no depende tanto de los recursos teóricos que se tengan para afrontarla como de los objetivos probables que se puedan obtener con un coste asumible. Es un hecho que cuanto más dure una guerra, más la gana el chico y más la pierde el grande, o sea, más la ganará Ucrania y más la perderá Putin. Por razones psicológicas, tal vez, pero estas son las razones de un psicópata.

Todos hemos dicho alguna vez que la historia se repite, lo que con más o menos condescendencia han negado sistemáticamente los historiadores. A los historiadores hay que hacerles el mismo caso que a los economistas y a los abogados, o a los médicos, vista la pandemia. Nadie tiene ni pajolera idea de lo que va a suceder. Pero tiende a sorprendernos el paralelismo milimétrico del anschluss austriaco con la anexión de Crimera, de la ocupación de los Sudetes con la del Donbás o de la invasión de Polonia con la de Ucrania. ¿Está emulando Putin a Hitler? No les quepa duda. Está utilizando su misma argucia: su espacio vital. Hasta tiene su misma motivación: el victimismo de la pérdida anterior de un  territorio, independientemente de las causas. La diferencia es obvia, el tiempo transcurrido y las marcas de nacimiento. Putin es comunista, lo peor del comunismo tradicional, la KGB, más las mafias del comunismo actual, los populismos de izquierdas, véase sus muy limitados aliados: Maduro, Cuba, Corea del Norte, Eritrea y algunas feminoides de Unidas Podemos. Eso es todo. Putin llama nazi a Zelensky, un judio. Así se escribe la historia. La memoria histórica que con el mismo cinismo quiere hacer nuestro Gobierno. Pero es cierto que este mismo Gobierno ha decidido enviar armas a Zelensky. Bienvenidas sean por quien ha de defender la libertad. El cinismo tiene un límite. Hay veces que la delgada línea roja del mal se sobrepasa y no puede justificarse ni con el auxilio de la Sexta. Sánchez se quiere convertir en un estadista, acabará con los pies en la mesa al lado de Biden. Ojalá.

Rusia no es el problema. Puede que sea un ingenuo al afirmarlo. Solo Putin es el problema. Rusia puede ser perdonada, como Casado. Putin no. Rusia tiene que echar a Putin y volver sin remilgos y con respeto a ser el segundo país más poderoso del mundo. Es decir, que si echara a Putin y lo sutituyera, a ser posible, democráticamente, por un nuevo Yeltsin, que no se emborrachara en exceso ni persiguiera a todas las secretarias que se encontrara a su paso, tal vez pudiera ingresar en la Unión Europea, acaudillándola, e incluso en la OTAN, evitando por los siglos de los siglos el peligro amarillo y haciendo efectiva la previsión de Spengler.

El mundo en que vivimos se reparte en democracias con problemas y en problemas sin democracia. Todas afectadas, en este caso, sin exclusión, por el comunismo, que es la única ideología totalitaria que aún tiene capacidad de joder a este mundo. Putin llama a la desnazificación de Ucrania porque como comunista cree que ese mensaje funciona aún en Occidente, pero cada vez menos. Ya ni la Sexta puede admitirlo, ya ni los socialistas lo aceptan al margen, ya ni los de Podemos lo digieren en su conjunto. Putin ha logrado convertir a Zelensky, un actor, en un héroe. Tal como hizo Wilder con otro actor en “Ser o no ser”. Al cabo somos lo que somos. Pero no necesariamente estúpidos.

1 Comentario

  1. La obra de un psicópata como es Putin solo la puede parar un acto de espionaje en el que vayan a por él ….. Acabar con este nazi asesino , hecho que puede darse desde fuera o entre los propios suyos , muchos hasta los cojones del individuo que llama fascistas a los demás siéndolo profundamente él mismo …
    Hasta que esto no ocurra , y seguro que algunos ya estarán en ello …seguirá corriendo mucha sangre inocente que ni una sola gota de ella merece este pirao con ínsulas de reverdecer la antigua Unión Soviética ..centro de hambrunas , Mafias , farfolla por todas partes y aparatosos centros militares de cartón piedra ….

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