¿Qué hacer con la Pérgola?


Llegó a los jardines como algo impuesto, ajeno a la voluntad del propio Ayuntamiento que, ni por asomo, tenía previsto construir algo así

pérgola
Estado interior de la Pérgola. /Foto: JC

La Pérgola de los jardines del Duque de Rivas en un elemento del paisaje urbano de la ciudad que da carácter por su belleza y por su ubicación, pero que a la hora de buscarle una utilidad es cuando surgen los problemas.

Su destino inmediato va a ser albergar a la Delegación de Turismo del Ayuntamiento, pero esta decisión no se ha adoptado por las excepcionales condiciones de la Pérgola para albergar este fin, sino porque los funcionarios de esta delegación saben lo que es quedarse sin internet o que se apague la luz cuando se enciende un radiador para sobrellevar de la manera más digna posible los gélidos inviernos en el caserón de la calle Rey Heredia.

La razón de tal elección, como han explicado esta semana, se debe a que la Pérgola está en el centro de la ciudad y al lado mismo de las estaciones del AVE y de autobuses, por lo que cumpliría también como punto de información turística. Bueno, vale, pero que yo sepa no hay muchas piaras de guiris tirando de su ‘troley’ por estos jardines. Veremos. Todo es acostumbrarse y una buena señalización.

Además, de Delegación de Turismo, la Pérgola albergará, una vez remozada con 50.000 euros, otros usos, como culturales o escénicos. Todo sea por que el edificio no vuelva a entrar en fase de ruina. La intención es buena y ojalá tenga éxito.

La Pérgola, como todo elemento de leyenda, arrastra su malditismo desde su propia gestación. Llegó a los jardines como algo impuesto, ajeno a la voluntad del propio Ayuntamiento que, ni por asomo, tenía previsto construir algo así.

Fue el escultor Mariano Benlliure quien pidió la creación de un fondo de escenario para su escultura del Duque de Rivas. El artista no quería que los antiguos pabellones militares fuesen el fondo que enmarcara su monumento. Por eso, el arquitecto Carlos Sáenz de Santamaría quien ideó este pabellón que durante década fue el escenario de los juegos de los niños que pasaban las tardes en el jardín al cuidado de las criadas.

En la Feria de la Salud adquiría la Pérgola un aire castrense como caseta -cerrada, por supuesto- del Gobierno Militar y así, poco a poco, con el paso del tiempo fue llegando el abandono como antesala de la decrepitud. Después vino la restauración, que se pasó de frenada, porque una cosa es cerrarla con cristaleras, algo lógico, y otra destrozar su esencia con esos añadidos que poco o nada aportan y además, destrozaron parte de la labor decorativa que realizó el escultor Alfonso del Rosal.

El establecimiento de locales de hostelería no llegó a cuajar, posiblemente como reacción de la propia Pérgola al ver que además de no reconocerse en sus nuevas formas veía como desterraban su histórico nombre para rebautizarla con otros -La Musiqué o Modo- que despistaban aún más al personal, en una clara maniobra de antimárketing.

Ahora le llega a la Pérgola un nuevo tiempo, un nuevo uso, tras un largo proceso judicial, que era lo que le faltaba. Próxima a cumplir su primer siglo de vida renace una vez más del abandona dispuesta a no desfallecer ante las adversidades y a continuar cumpliendo con su misión, que no es otra que servir de fondo al monumento al Duque de Rivas.