Casi tres horas de música en Los Califas


El concierto de Manuel Carrasco dio comienzo a las 22:15 y cerca de la 1 de la madrugada ponía fin al primero de los dos conciertos en la plaza de toros

A las 22:15 de la noche, 15 minutos después de lo previsto, las primeras luces tras el telón alumbraban la figura del niño que es portada de «Me dijeron de pequeño», el primer single del último disco, «La cruz del mapa», de Manuel Carrasco. Una abarrotada plaza de toros en la que arrancaba un concierto que ha rozado casi las tres horas de espectáculo.

 

Tras las dos primeras canciones el artista onubense se dirigía por primera vez en la noche a un público que en algunos casos llevaba desde por la mañana haciendo cola, en esas primeras palabras ha recordado sus primeros conciertos en la capital y, como no podía ser de otra manera, ha regalado el oído al público con un «mira que siempre te veo guapa, Córdoba, pero esta noche estás más guapa que nunca». Tras esto el ritmo del concierto fue progresivamente subiendo haciendo al público saltar, cantar y acompañar a un Manuel Carrasco visiblemente emocionado entre canción y canción. Cerca de cumplirse la primera hora de concierto, la luna llena empezaba a dejarse ver desde el coso de los califas, el silencio del numeroso público se adueñaba del momento y no era difícil que la piel de los asistentes se erizase, tal silencio se rompió con el que puede ser considerado un himno de Manuel Carrasco, el pasodoble «Tengo un amor».

Como no podía ser de otra manera, durante las tres horas de concierto recorrió cada una de las canciones del disco que da nombre a una gira que, de momento, tiene su fecha final el 15 de febrero de 2020 en Chile, recordó canciones de discos anteriores, le cantó a su hija, a la «Mujer de las mil batallas», dedicó una de sus letras a los donantes de órganos del hospital Reina Sofía y reconoció la importancia en este sentido del hospital cordobés pero, además, hubo una dedicatoria especial a una persona que se encontraba entre el público.Tras presentar el de Isla Cristina a sus músicos, mientras dirigía unas palabras, el público hacía repetidas veces la ola y gritaba «que salte carrasco», las palabras del artista «controlémonos los sentimientos» dieron paso a algunas risas. Tres canciones más pusieron fin a un concierto que tuvo su culmen con una decena de globos de gran tamaño y diferentes colores sobrevolando las cabezas del público a la par que Manuel Carrasco cantaba «Qué bonito es querer».

Las sombras del espectáculo

Sin duda Carrasco es un hombre con una voz envidiable y una actitud sobre el escenario que no deja indiferente nadie, sin embargo la ausencia de originalidad en un espectáculo que cumple los patrones de otros artista le ha restado atractivo a un concierto que podría haber sido mucho más, un espectáculo basado en subidas y bajadas de ritmo de forma cíclica ha restado atractivo por mucha tecnología que cargase el escenario.