Así fue una de las broncas que han llevado a la retirada a Morante


El peculiar torero de la Puebla del Río anuncia su marcha de los ruedos, acusando de la misma a empresarios y veterinarios

José Antonio Morante de la Puebla es un diestro de luces y sombras, de sublimación y desidia. Una personalidad que le ha llevado a estar considerado como uno de los escasos “toreros artistas”, que quedan en el panorama de la tauromaquia actual. Capaz de dejar auténticas obras maestras con capote y muleta, su concepto no le permite “sacar faena” cuando no tiene claras las maneras del astado. Una personalidad -peculiar y controvertida- que el pasado mes de mayo le costaba una bronca monumental en la plaza de toros de Los Califas y en otros de los cosos que ha visitado, tras la Feria de Córdoba.
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Y es que tras pisar la arena de la plaza de El Puerto de Santa María, para afrontar un mano a mano con Julián López El Juli, el diestro sevillano volvía a recibir otra desaprobación de los aficionados, similar a la que sufría en Córdoba, hace menos de tres meses. Bronca tras bronca, Morante ha estallado y ha anunciado -en declaraciones al portal taurino Mundo Toro-, que se lo deja.
“Me voy del toreo, los presidentes y veterinarios me han aburrido”, aseguraba el de la Puebla del Río. De hecho, Morante reconocía que ‘el toro tan grande que sale hoy va en contra del toreo de arte”, a lo que reponía que “ya no puedo más”. Sin embargo, a pesar de anunciar su marcha “por tiempo indefinido”, el matador no descartaba que “puede ser que algún día vuelva a los ruedos”. Sea como fuere y pese a los motivos del torero, las muestras de desaprobación que ha recibido en los últimos meses se antojan motivo suficiente para una retirada, al menos, temporal.
La bronca de Córdoba
https://www.youtube.com/watch?v=xlZ4bidXcOs
El coso de Los Califas se volvió contra el torero enel cuarto de la tarde. Y es que, nada más entrar al caballo, el astado se lleva pun puyazo bastante largo. El mismo fue a petición del torero, aunque la bronca del respetable recayó sobre el picador. El segundo puyazo dejaría al animal para terminar la faena en ese punto. Morante no ve faena y se aprecia claramente en detalles como ese.
Pares de banderillas dejados caer; inicio de faena metido en tablas; pitos y más pitos; el respetable se indigna. Todas las intenciones se desvelaron cuando tomó la muleta. No quería torear. No tenía ganas. Todo fue una pura probatura, un pasar al toro por alto y un infame macheteo. No le dejan matar a pitos y gritos. Pinchazos. El público busca que le den avisos. Coge el descabello en los medios y siguen los abucheos. Suena el primer aviso cuando el toro cae. Los gritos se hacen más notorios aún: ¡Fuera fuera fuera!. El triste final del cuarto de la tarde culminó con los aplausos al toro en el arrastre.