La cuarta levantá


Querido diario, con el recuerdo de la noche del Miércoles Santo, en la que en el grupo de whatsapp del “Amarrao” no paraban de entrar fotos de los hermanos vestidos de túnica, en el salón de sus casas, sus balcones o terrazas, mayores y pequeños, todos con una sonrisa a cada cual más bonita, que hay que ver lo que hace la devoción, afronto el día de hoy con un ánimo especial, apenado por mi amigo Curro Palma, que no podrá procesionar su “Santo Cristo” de Santaella, y pensando en el Viernes Santo (hoy para ustedes), del que tantos y tantos recuerdos guardo de mi juventud entre Aguilar de la Frontera y Santaella, con alguna escapada a Cabra y a Puente-Genil, ésta última siempre dirigida por mi querido Luife, quien hoy, en su encierro madrileño, quiero que sepa de nuestra cercanía y afecto.

Quiero recordar sobre todo, y dedicar a ellos esta cuarta levantá, a los amigos con los que compartías su ilusión, que nunca su desánimo, y cuyos moratones de costaleros te sorprendía que no pasaran de ser ni siquiera un mínimo sacrificio, una anécdota, frente al gozo de haber podido llevar su imagen, la que fuera de sus abuelos y sus padres, y que algún día sería también la de sus hijos.

El Nazareno (el de mi abuelo paterno) y la Soledad de Santaella, que en el barrio bajo, ya de regreso a casa, despliegan un encanto único, incomprensible para muchos e imprescindible para sus hermanos ( te echamos de menos, querido Pepe Arroyo), devotos todo el año que, como niños, toman las calles como si llevaran zapatos nuevos. La Verónica, la Magdalena y San Juan, cofradía por excelencia de la juventud, que no oculta a nadie, y antes bien presume, de su disposición a la desobediencia, pero, eso sí, con una alegría desbordante.  Y cuando esa alegría además es sana, a nadie daña y a todos contagia.

Y viernes santo en Aguilar, con los penitentes del Nazareno como cuentas interminables de un rosario de peticiones y agradecimientos, rostro tapado al amanecer, cadenas y cruces de promesas arrastrando por las calles e imponiendo la majestuosidad de esa imagen que siempre aparece a lo lejos agrandándose de una manera especial conforme acerca su rostro y sus manos a los aguilarenses.

Pepe Zurera y Jesús Sotomayor, amigos, costaleros del Nazareno, que hoy vuestro corazón sea el que lleve las andas de la fuerza en vuestra familia. ¿ Qué es esta cuesta que vivimos para un costalero del Nazareno, sino una más en la que demostrar la entereza de su fe?

Y Julián, mi querido Julián, y Juan Luque, en la tarde de este Viernes Santo rezadle a nuestro Cristo de la Salud y pedidle por todos nosotros. Que la entrada de madrugada se eternice bajo las saetas. Llevad al Cristo con una dulzura que estremezca las conciencias, y recordad que también aquí, en esta Córdoba cofrade, y en mi plaza, sonará la música para vosotros.

A todos, desde la palabra y con la humildad del alumno, dedico esta levantá.

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.