El poder del ejecutivo


Terminaba ayer mostrando mi preocupación por la gobernabilidad del país a base de decretos del ejecutivo, y el riesgo que ello suponía por cuanto las Cortes generales perdían el protagonismo que constitucionalmente les corresponde, a la par que los parlamentos de las comunidades autónomas.

Y hoy amanezco al día con un whatsapp  sin desperdicio que dice:

“ Artículo1. Las fuentes del Derecho son

-Los Reales Decretos legislativos

-Las aclaraciones de los anteriores realizadas por el Consejo General del Poder Judicial

-Los whatsapp que interpretan los dos anteriores.

-Los memes que los desarrollen.

Entrada en vigor: a criterio interpretativo.”

Supongo que lo anterior no será entendido por los servicios de investigación e inteligencia del Estado como bulo, en primer lugar porque no deja de ser una broma de buen gusto, y en segundo, porque puestos a buscar la verdad, se asemeja más a lo cierto que a lo tendencioso.

La democracia es algo más que la elección cada cierto tiempo de los representantes políticos.

Todo régimen democrático principia por una Carta Magna o Constitución que se erige en la regla de juego principal de la política y de la convivencia. Y en ella, lo primero que se establece es la división de poderes como vía principal por la que discurre el día a día del país.

 Esa Constitución ni es ni debe ser inmutable, pues ello nos llevaría al más absoluto marasmo de una sociedad, como la actual, de cambios continuos.

Pero lo que en todo caso debe ser, es respetada, nos guste más o menos, creamos o no que debe cambiarse, pues el imperio de la ley es la base fundamental sobre la que debemos asentarnos en esa convivencia.

Y parte esencial de dicha convivencia se centra igualmente en el diálogo. Pero diálogo entendido en su acepción política como tal, es decir, como conversación o discusión entre varios sobre un asunto o un problema en el que, exponiendo las propias ideas, exista una intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución.

Es vergonzoso, sencillamente vergonzoso, que el día después del anuncio de la desescalada, nos encontremos con una sesión del Congreso donde el principal reproche al presidente es que las medidas se hayan adoptado sin audiencia de los partidos de la oposición, que a lo visto ya empiezan a serlo, por unas u otras razones, hasta los que votaron la investidura. Pero aún lo es más  que esta mañana comprobemos que los principales sectores de la economía, hostelería y turismo, restauración, automoción, ocio… no hayan sido oídos en la toma de decisiones.

Y de ello solo podemos concluir que el ejecutivo gobierna el país a golpe de caja y corneta, percusión en manos del presidente y viento en boca del vicepresidente, usando torticeramente, como poco ajenos a la razón, las prerrogativas y facultades que el poder ejecutivo ostenta. Pues más allá de ejecutar las normas, primero las crea al albur de sus propios intereses, interfiriendo en los demás poderes como tienen a bien, sin sujetarse al respeto institucional al que están obligados, no meramente aconsejados, y desde luego con una soberbia más allá de lo tolerable moralmente.

Se está usando el estado de alarma para, al amparo de nuestra salvaguarda, diseñar todo un entramado de poder del que difícilmente poder escapar cuando queramos, pues habrán copado esferas y espacios dede los que influir y manejar a la opinión pública, “dirigiendo” de ese modo el pensamiento del ciudadano, su libertad en suma de formarse libremente como persona en la comunidad.

Esta situación, por desgracia, no lleva a nada bueno. Cuando un gobierno en circunstancias tan excepcionales como las que sufrimos vive ajeno a la realidad social, su presidente empieza a sufrir el llamado síndrome de la Moncloa, ese aislacionismo que ya vimos en anteriores presidentes, hasta el punto de dar solos las ruedas de prensa, cuando no mandar discursos enlatados, y asistir al Parlamento como quien va de visita por compromiso, mientras su vicepresidente aspira a  erigirse en el salvador de la patria que pretende implantarnos a golpe de sustento vital, mientras poco a poco va cargándose el tejido productivo representado por aquellos que no le rinden pleitesía. 

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.