La infodemia global.


Querido diario, he descubierto que entre el Boletín Oficial del Estado y el diario El País no necesito más lectura para afrontar el día a día de la información. Y no me refiero ya a las noticias de tinte político, más bien de destinte, sino a aquellas pequeñas reseñas pseudoinformativas que reflejan el contraataque de los afines al gobierno a las críticas, noticias o jilipolleces varias que circulan a diario por las redes sociales.

“Más de un centenar de sanitarios de 17 países alertan del riesgo para la salud de los bulos sobre la covid-19. Los profesionales piden a Facebook, Twitter, Google y You Tube que actúen para frenar la desinformación sobre el coronavirus.” 

Así reza un artículo del diario nacional, que explica la carta dirigida por varios científicos a tales plataformas, quienes entre otras cosas, alertan: “El tsunami de contenido desinformativo y falso sobre el coronavirus no es un brote aislado de desinformación, es parte de una plaga mundial”.

Y siguiendo un servidor la noticia con absoluta pulcritud, la misma continúa: “Pone como ejemplo mentiras como que el té contrarresta los efectos del coronavirus o que las frecuencias radioeléctricas ayudan a propagar la covid-19. Por su parte, el epidemiólogo Duncan Maru, profesor de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai de Nueva York y otro de los firmantes, sostiene que ha sido “testigo de cómo las mentiras sobre el virus están perjudicando la vida de las personas”, como las referidas a la ingesta de desinfectante como método para luchar contra el coronavirus o aquellos que “ignoran las pautas de distanciamiento social o se niegan a recibir la atención médica que necesitan”. “Los gigantes tecnológicos deben dejar de darle oxígeno a mentiras, calumnias y fantasías que nos ponen en peligro a todos», concluye el escrito difundido este jueves.”

Hasta aquí la noticia. 

Y vuelvo a cuestionarme si es que de verdad no hemos perdido el norte. Porque, insisto, el que bebe lejía para desinfectarse o se pone de té hasta arriba con la misma finalidad, es un absoluto imbécil, por no usar otro término más adecuado. El que crea que el virus es un invento chino o yanqui es igualmente tonto por cuanto, aun de ser cierto, jamás lo sabremos. Pero no me nieguen ustedes que no se les ha pasado por la cabeza. Aunque no creo que el comentario vaya más allá de una conversación con la parienta tomando una cerveza. Pero se ve que ni eso, que el hecho de pensarlo constituye un claro síntoma de una enfermedad, plaga más bien, conocida como infodemia, que está afectando a todo el planeta en una suerte de progresión aritmética de imbéciles, que tan sólo puede solucionarse haciendo que las citadas plataformas, en opinión de los redactores de la carta, “desintoxiquen sus algoritmos”.

¿Y a nosotros quien nos va desintoxicar de la información que día a día recibimos de ese periodismo servil y rancio que no ve más allá de los ojos de su amo?

El telediario de A3 de ayer comenzaba con el análisis del debate parlamentario y con el Sr. Sánchez en la tribuna de oradores del parlamento, culpando al Sr. Casado de no apoyar la prórroga al estado de alarma, sin explicar previamente las razones de la abstención del partido popular, dando así la impresión, en un claro manejo torticero de la noticia, de un actuar como poco irresponsable de la oposición. Y esto es sólo un ejemplo del devenir diario de la información.

Pero es que una vez más el PP se cubrió de gloria con una abstención que aprovechó el presidente para volver a dejarlos fuera de juego, reprochándoles que esa abstención era lo mismo que un voto en contra. Touché, otra vez, y con la cacatúa protestando al fondo.

Sin duda que sufrimos una pandemia global, pero la misma deriva del nivel educativo tan precario de la población en general, políticos incluidos, especializada en algunas materias como nunca, pero con un grado de cultura general francamente mejorable por paupérrimo; ejemplo en suma de años y años de trifulcas sobre una ley de educación que no consigue encontrar el acuerdo necesario y exigible a nuestra clase política.Tan sólo con Ángel Gabilondo en Educación hubo cierto atisbo de consensuarse. Pero hoy, con este gobierno de repelús, no deja de ser una entelequia  por imposible, o un riesgo por su aplicación a base de tantos decretos-ley como sean capaces de inventarse.

No atiendan por tanto al bulo de que el vice se saltó la cuarentena, de que los sanitarios españoles son los más contagiados de Europa, de que siguen sin hacerse los tests necesarios o de que no hay mascarillas o guantes para todos, porque el simple pensamiento sobre tamañas fakes puede afectar a su sistema inmunológico. 

Y ya saben ustedes, no beban lejía, no agoten las reservas de té, usen con tranquilidad la radio, no lean en exceso ni escriban lo que les parezca, y por supuesto ni se les ocurra pensar en alguna tesis conspiranoica y menos en público, ahora que podrán juntarse de diez en diez, so pena de ser diagnosticados de infodemia y sometidos al tratamiento informativo de los allegados al poder, que comienza con una sesión continua de todas las comparecencias del presidente, seguidas por las del vice, y el postre de una sesión de peluquería del Sr. Simón.

Y por ahora, mientras tengamos el cogobierno, abandonen las redes sociales. Ya tendrán tiempo, cuando gobierne el centro derecha, si es que eso ocurre alguna vez, pues tiene la impresión de ser otro bulo, de sumarse a las iniciativas que entonces, y bajo la inmutable verdad que sólo atesora la izquierda, promuevan los acoletas.

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.