La ermita de la Aurora, a punto de una nueva restauración


La Gerencia Municipal de Urbanismo tiene preparado un proyecto para subsanar los problemas generados tanto por la humedad como por la vegetación

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Portada de la ermita de la Aurora. /Foto: JC

La Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) ya tiene listo el proyecto para intervenir en la ermita de la Aurora, situada en la calle de San Fernando, después de que durante el pasado confinamiento cayeran unos cascotes de la muralla que la cierra por su lado occidental. Con un presupuesto de algo más de 100.000 euros se pretende intervenir en sus paramentos, que son los más afectados, tanto por el alto grado de humedad existente como por los daños causados por la vegetación que ha crecido de forma desmesurada.

El desplome de un lienzo de la muralla en octubre del pasado año al final de la misma calle hizo que la Gerencia de Urbanismo realizara una inspección en lo que se conserva de este elemento defensivo. Sin saber que a primeros de mayo se iba a producir el desprendimiento de cascotes, los técnicos municipales ya detectaron los daños que la enredadera había causado sobre lo sillares, mientras que la zona que no está cubierta por la vegetación se encuentra “afectada en su parte baja por severas patologías de disgregación del soporte pétreo como consecuencia de la humedad ascendente por capilaridad”. Todo esto ha provocado “desprendimientos de piezas de cierto calibre que se han podido visualizar sobre los bancos adosados a la muralla”. 

La ermita de la Aurora es uno de los bienes protegidos del conjunto histórico de Córdoba. Actualmente es de titularidad municipal y su uso se reduce a un mercadillo dominical de objetos de segunda mano, así como a un ciclo de cine estival al aire libre entre otras actividades esporádicas.

Ésta es la nueva vida de un edificio que se construyó a comienzos del siglo XVIII y del que hoy solamente se conserva su portada y un arco interior. El resto de la construcción se desplomó en febrero de 1960. El mal estado en que se encontraba el edificio hizo que el patrimonio artístico de este pequeño templo fuese trasladado a la parroquia de San Francisco y San Eulogio, por lo que se salvó de la destrucción.

La construcción de la ermita de la Aurora

El origen de la ermita de la Aurora no es muy distinto de la creación actual de muchas hermandades. Hace tres siglos había un grupo de chavales que se reunía a rezar el rosario en la ermita de San Lucía, en el barrio de San Pedro. Aquel grupo fue cogiendo cuerpo hasta el punto de buscar una ermita propia, donde fundar una cofradía y no depender de nadie.

Aquel sueño se materializó poco después. Un día tan mariano como el 8 de septiembre de 1716 se constituía la hermandad bajo la advocación de la Virgen de la Aurora. Encargan la imagen que actualmente se conserva en San Francisco y una disputa con los titulares de la ermita de San Lucia los empuja a buscar una nueva sede. Se fijaron en unos solares existentes en la calle de la Feria y les fue fácil que sus propietarios se los donaran en 1718 para construir la ermita a cambio de que en la misma hubiera una tribuna desde donde pudieran asistir a los cultos.

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La ermita de la Aurora a principios del siglo XX. /Foto: LVC

Aquellos jóvenes no disponían de recursos para levantar la ermita y se lanzaron a la organización de rifas, de actos de todo tipo, incluso de una corrida de toros en la plaza de la Magdalena que no les fue mal, y que les dejó un rédito de algo más de 5.000 reales. Trabajaron duro para buscar el dinero necesario y al cabo de siete año ya tenían terminado su nuevo templo, al que habían destinado 35.300 euros. 

El 1 de abril de 1725, ya terminadas las obras, organizaron una procesión extraordinaria con la imagen de la Virgen de la Aurora, que desde entonces había recibido culto en la casa de la marquesa de las Escalonias. Pero el obispo Marcelino Siuri no quería que se bendijera el templo, ya que pese al ejemplo dado por estos jóvenes sospechaba de ellos, y pensaba que no iban a ser capaces de mantener el edificio. Durante ese verano presionaron al anciano prelado que finalmente dio el visto bueno a la bendición, que se llevó a cabo el 10 de septiembre.

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La ermita de la Aurora tras su derrumbe. /Foto: LVC

A partir de este momento, la ermita de convierte en el epicentro de los rosarios de la Aurora en Córdoba. Cuentan las crónicas lo lucidos que eran, el alto número de representaciones que figuraban en el cortejo y los grandísimos faroles que lo alumbraban. 

La Virgen de la Aurora presidía el altar mayor, entre las imágenes de San Rafael y de San Miguel. En el pequeño templo también había unos relieves con los evangelistas y unos lienzos con San Joaquín, Santa Ana, San José y San Francisco. Entre las imágenes destacaba una de Santa Lucía, que era la que recibía culto en aquella ermita donde los fundadores de la Aurora se reunían para rezar. La devoción a esta imagen se consolidó con el tiempo hasta el punto de que cuando tras la guerra civil se crea la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) se reunían cada 13 de diciembre en la ermita de la Aurora para celebrar a su patrona.

La ermita vive momentos de esplendor y de decadencia. En la década de los 20 y de los 30 del pasado siglo el párroco de San Francisco, Carlos Romero, se propone revitalizar este pequeño templo y le dedica no poco esfuerzos para su conservación. Su fallecimiento, en abril de 1945 sumió al mismo en un estado de abandono que pasó a amenazar ruina y a su posterior derrumbe.

Adquirida por el Ayuntamiento, en el mandato de Rafael Merino se acomete su adecentamiento y el recinto es inaugurado en 1998 como un espacio multiusos en el que destaca la pintura mural de José María Báez con unos versos de las ‘Letanías a las glorias de Córdoba’, de Pablo García Baena, que en los últimos años han sido tapadas por la vegetación. La asociación de vecinos La Axerquía ha sido la encargada de organizar actividades en las últimas décadas.