OPINIÓN | Capataz sin paso


La sorpresa fue grande y ahora Rafa es un capataz sin paso, pero dejó un trabajo -casi- imposible de cuestionar

proyectos Llamador del paso de misterio Humildad y Paciencia./Foto: Jesús Caparrós
Llamador del paso de misterio Humildad y Paciencia./Foto: Jesús Caparrós
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Pachi Giraldo, Patricio Carmona, Lorenzo de Juan, Rafael Giraldo y Juan Berrocal, en una imagen de archivo./Foto: Rafael A. Ojeda

Se pueden “sacar” muchos pasos, pocos, solo uno o ninguno. Se puede tener una sola cuadrilla importante, varias, o estar a expensas de los costaleros que acudan a pedir sitio a una igualá. Se puede tener un traje negro impecable y la corbata a juego planchada, todo recién salido del tinte y no se puede ser, verdaderamente, un capataz.

Se puede ser, créanme, capataz y no tener paso que dirigir. Y esto -más allá de que el coronavirus los haya igualado a todos en la espera vacía- pasa en Córdoba. En concreto a Rafa Giraldo. Un capataz que lo dio todo por su hermandad de la Estrella, por su Virgen y su cuadrilla de costaleros, con la que formó un excepcional grupo humano.

Rafa comenzó esa andadura con Fernando Morillo, cuando la Virgen de la Huerta de la Reina recorrió, por vez primera, las calles de Córdoba. Luego vinieron años en los que la cuadrilla se consolidó, creció y llamó la atención de todos. El trabajo del capataz estaba ahí y nadie dudó de que le esperaban cotas mayores.

Su labor llegó a Puerta Nueva, donde fue el responsable de la única salida, hasta la fecha, del Cristo de la Vera Cruz. Y su nombre sonó entre los posibles candidatos a ostentar el martillo de algún que otro paso. La labor en la cofradía del Lunes Santo era reconocible y reconocida. 

Pero la decisión de una junta de gobierno es soberana y la de la Estrella quiso prescindir de él. La sorpresa fue grande y ahora Rafa es un capataz sin paso, pero dejó un trabajo -casi- imposible de cuestionar. Como tampoco está en tela de juicio su talla personal y eso, créanme, es difícil de encontrar hasta en las cofradías, por lo que da más valor a todo lo que hace, hasta en la elegante forma de despedirse del palio de su vida.