GALERÍA | La lluvia bendice a los jóvenes cordobeses en su camino a Guadalupe


La jornada central de la peregrinación diocesana culmina a las plantas de la Señora de Guadalupe

Peregrinación a Guadalupe 2022./Foto: LVC
Peregrinación a Guadalupe 2022./Foto: LVC
Peregrinación a Guadalupe 2022./Foto: LVC

En la mañana del sábado los jóvenes que peregrinaban a Guadalupe se reunían en la plaza de Alía para celebrar la misa, presidida por Pedro Jesús del Pino, el presbítero más joven, y concelebrada por un buen grupo de sacerdotes que acompañan a los 1.500 cordobeses.

En la celebración, Pedro Jesús del Pino, de un modo muy sencillo y cercano pero con una gran profundidad, animaba a los jóvenes a aspirar a lo más alto, aspirar a la santidad, porque «se puede y se debe desear ser santo en el camino de cada día». Ellos son jóvenes y pueden y, en este sentido, les presentó diversos modelos de chicos que alcanzaron esta meta.

Seguidamente, comenzó la peregrinación donde el sol iluminó un caminar alegre y gozoso, con momentos de absoluto silencio, donde los jóvenes buscaron entrar en la intimidad del Señor. Muchos de ellos se dejaban caer a la parte de atrás de cada grupo donde se encontraban los sacerdotes que, incesante e incansablemente, los acogían y ofrecían el amor y misericordia de Dios, a través del sacramento de la confesión.

Momento para el descanso y reponer fuerzas en la explanada de Villa Vaquita, tiempo para compartir las viandas y momentos de risas, bromas y cantos que espontáneamente se suscitaban.

Se reanudó la marcha y con esta el tiempo para la formación, la catequesis y el rezo del rosario. Cuando este gran ejército de jóvenes se acercaba a Guadalupe, prácticamente a un kilómetro, el cielo dijo “agua va”. Estos aguerridos cordobeses, lejos de amedrentarse se enfundaron sus chubasqueros y si antes cantaban sin cesar, ahora ya era el cenit. Entre agua a cántaros, truenos y relámpagos ellos gritaban y cataban alabanzas a Dios y a la Santísima Virgen, con una fortaleza y entusiasmo que era difícil no emocionarse. Hasta la Virgen parecía sonreír y conmoverse al contemplar a los 1.500 entrar vibrantes e ilusionantes en el templo y postrarse ante la mirada amorosa de la Divina Señora.

Tras este momento tocaba marchar a los autobuses, coger maletas, buscar el polideportivo los niños y el auditorio las chicas. Ducha confortadora, cena y a terminar la jornada con un tiempo de adoración ante el Santísimo.

Esto no acaba aquí. Comenzaba ayer en la Catedral y terminará mañana con la celebración de la eucaristía presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández.