El lapsus


Lo del domingo en la rueda de prensa de reality a que nos tienen acostumbrados estos políticos del gobierno es sencillamente inaceptable.

Si no fuera porque este carácter hispano de pandereta lo tolera casi todo, en cualquier país serio, y no me refiero obviamente ni a Rusia ni a Venezuela, habrían dimitido o habrían sido cesados en cadena unos cuantos, empezando por los ministros, que son los auténticos responsables de que un desaguisado de tamañas dimensiones acontezca.

A mí, en uso de mi libertad de pensamiento, no hay quien me quite de la cabeza que lo del general al mando de la guardia civil no fue un lapsus, como mantiene mi amigo Antonio Hurtado, diputado socialista aguilarense. Y mucho menos un error, como dice Fernando Simón, añadiendo además una coletilla de índole política ( que todo se pega menos lo bonito),  y es que no le parece serio criticarlo por ello.

Al general se le escapó el contenido expreso de las órdenes recibidas. Y que conste que no lo culpo por ello, pues no debe de arrepentirse de nada quien dice la verdad, a salvo, eso sí, de que las órdenes recibidas sean ilegales y no obstante y a sabiendas, se asuman.

Pero esta crítica no tiene como objetivo el militar, pues no quiero seguirle el juego al Sr. Simón, sino a quien dicta las órdenes, cuya filiación desconozco aunque intuya, por lo que no me arriesgo, si bien y para el caso es lo mismo, pues su apellido, sea quien sea, es único, “miserable”.

En primer lugar, yo no sé qué carajo hacen tres o cuatro militares en las ruedas de prensa del “comité técnico” del coronavirus, y qué tienen que ver los bulos con la curación de la enfermedad. Porque las redes sociales, más que de bulos (perfectamente identificables la mayoría por lo estúpido de sus argumentos, que ahora va a resultar que creerse que haciendo gárgaras con agua y miel de romero te curas, es de víctimas de un delito y no de imbéciles), más que de bulos, decía, están llenas de argumentos, y muchos de ellos bastante sólidos, por la actitud del gobierno en esta crisis, su excesivo interés en dar una imagen que ni ellos mismos se creen de gestión eficiente, cuando en realidad van de fiasco en fiasco, de duda en duda, y de decreto en decreto, incrementando la incertidumbre de todos.

Los auténticos bulos que tendría que investigar nuestra inteligencia son los de que no iba a pasar nada en España, a salvo algún caso aislado y esporádico (¿recuerda, Sr. Simón?), las operaciones, e intervinientes en las mismas, de compra de tests defectuosos a China o de las mascarillas de feria que nos vendieron.

Lo que habría de investigarse es por qué políticos cuya actividad es nula estos días tienen más derecho a los test sanitarios que los propios facultativos al pie del cañón y en primera línea de combate. Lo que debe investigarse, señores de la inteligencia, es por qué determinados políticos que deben estar guardando cuarentena, transitan a sus anchas poniendo en peligro su entorno, mientras los ciudadanos de a pie temblamos si salimos por unas cervezas.

¿Pero en qué Estado y bajo qué estado vivimos?

Porque vivimos acojonados (hoy le agradezco al corrector que no me haya cambiado palabra) de salir a la calle, de tomar el fresco en la puerta de nuestras casas, de sentarnos en un parque o de juntarnos en una terraza, y a veces, hasta de decir lo que pensamos, por no hablar de enterrar a nuestros muertos. Sí, a nuestros muertos, aunque nos duela decirlo y oírlo.

Y vivimos en un Estado que, pese a la madurez o como poco responsabilidad contrastada de sus ciudadanos, que somos un ejemplo en el extranjero, nos trata como delincuentes potenciales de la palabra, la omisión o el pensamiento. Y a base de contagiar el miedo, o a la enfermedad o a la represión, nos están convirtiendo en títeres de sus artimañas, su manipulación y sus líos.

Hoy, ese medio digital que sin duda para una facción del gobierno es un adalid del fascismo, el economista.com, alerta de que el pánico a Iglesias ( quien apuntó en su día a socializar ahorros y nacionalizar empresas), dispara el interés de los ahorradores por sacar el dinero del país, habiendo admitido varias entidades financieras que en las últimas semanas se han incrementado las consultas de los clientes de banca privada para trasladar ahorros e inversiones fuera de España.

¿Es ésto un bulo? ¿ O la consecuencia lógica de una política de locos donde el presidente (por cierto, sobresaliente cum laude en una tesis de perfil económico), no pone orden?

Al final lo consiguió, Sr. Sánchez, ha trasladado su insomnio al resto de los españoles. Tan sólo queda, como en “stranger things”, un paso para que la pesadilla se haga realidad.

Algún día tendrá que explicarnos el placer de gobernar calles vacías.

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.