Será posible


Patio de San Rafael, 7. / Foto: JP
Proyecto de iluminación navideña para Cruz Conde. alumbrado
Proyecto de iluminación navideña para Cruz Conde. /Foto: LVC

Tal vez estamos ahora más que nunca mirando el reloj, presos de la organización impuesta. Nos cuidamos y guardamos protocolos, nos aislamos y nos quejamos por lo que no podemos hacer, pero no somos conscientes de los que los jóvenes están dejando atrás.

Llevamos desde marzo con limitadas jornadas, y los adolescentes han visto como la Semana Santa se vivía en diferido, a muchos de ellos me los encontré camino del reparto de túnicas los primeros días de marzo, otros salían bajo su titular, con ilusión renovada, esperando dar sus primeros pasos racheados, y algunos otros, de menos edad, dejaban esclavina para sustituirla por entusiasta capirote. No fue posible.

Mayo pasó con días velados sustituyendo las palmas de las Cruces por los aplausos a los sanitarios, la música por animosos altavoces de balcón y la cal salpicada de macetas de los Patios se vio reflejada en blancas batas con policromadas mascarillas.  Las rejas que vieron no estaban engalanadas. No fue posible.

Junio es un mes de despedidas. Graduaciones de alegría se reparten en todos los rincones y entre todas las edades, académicas ceremonias que antes discurrían entre risas y llantos fueron sustituidas por descafeinadas videollamadas, frío presente de una distante orla. Ni fotos ni despedidas. No fue posible.

Empieza el curso… como acabó. Los protocolos han sustituido a los abrazos, y el gel a la alegría del reencuentro. El patio no es un sitio de encuentro y el deporte se ha convertido en un deseo de lujo. Este año no habrá venta de polvorones ni nervios por un viaje de fin de curso, no habrá fiesta para los más pequeños ni comidas para los mayores. No será la misma Navidad, no será posible.

Sin cabalgatas, reuniones familiares, belenes que visitar ni juegos luminosos que disfrutar, no será lo mismo…  pero la alegría será posible.