El abstencionismo activo como respuesta


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¿Estás hasta las narices del sistema y de los políticos actuales? Tengo una solución para ti: no votes más en las elecciones hasta que el sistema cambie. Súmate el abstencionismo activo. ¿Que por qué has de hacerlo y qué vas a conseguir con eso? Déjame que te cuente mis motivos.

Somos cada vez más todos los que rechazamos profundamente este sistema y nos indignamos con aquellos que lo dirigen y viven de él, es decir, que viven del cuento. Porque ya no es solo la cuestión de los políticos actuales, sino de todo el sistema que, entre otras cosas, permite que políticos tan malos, tan corruptos y tan ignorantes, alcancen el poder. Que los políticos actuales, todos, son absolutamente nefastos no hace falta explicarlo. Que el problema es sistémico casi que tampoco, dado que todos sabemos que este sistema permite que cada Gobierno de turno ponga la ley educativa que le convenga para adoctrinar, que sostengan un modelo de pensiones que no funciona y que traerá la ruina a este país, que aumenten la deuda hasta el punto de que cada niño hoy nace debiendo 27.000 euros en concepto de deuda pública o que existan todos los casos de corrupción que las cadenas de televisión amigas del sistema quieren enseñarnos. ¡A saber todo lo que no nos cuentan!

Ante este sistema y esta clase política, que nos condena a la ruina y que permite que existan unos pocos privilegiados a costa de millones de personas que se matan a trabajar, que cierran sus negocios, que pasan hambre o que tienen que aguantar listas de espera en hospitales mientras se están muriendo, ¿qué podemos hacer?

Pues bien, sabemos que cada cuatro años en España (últimamente menos, puesto que son tan inútiles que ni se ponen de acuerdo), se monta un paripé por el que dicen que el pueblo, es decir, aquellos que no son políticos, eligen “libremente” lo que quieren para su país. Como apunte, he de decir que me compadezco de todos aquellos ilusos que creen que esto es así. En realidad, lo que ocurre es que, después de campañas políticas llenas de mentiras, te piden tu voto, tu confianza, para poder implementar un proyecto de prosperidad, libertad y blablablá. De lo contrario, ¡vendrán los otros! ¡Dios nos libre de los otros! Al final, uno acaba votando por miedo y por descarte. Nuestros valores e ideas, aunque no encajen en el partido ni en el sistema, los olvidamos ahora para olvidarnos de ellos de nuevo en las próximas elecciones.

¿De verdad crees que votando solucionas algo? ¿Alguna vez ha solucionado algo tu voto? Llevamos 40 años de democracia y, en resumidas cuentas, todos los Gobiernos han sido muy similares ¿alguno de ellos ha acabado con los grandes problemas de este país, es decir, pensiones, alto desempleo estructural, corrupción, sistema educativo de calidad, división social, alta deuda pública, entre otros problemas? Ninguno. Es más, aunque alguno haya podido acercarse –muy de lejos– no ha servido para nada, puesto que las mejoras solo permanecieron en el corto plazo. En el largo plazo, no han cambiado ni mejorado nada. Es decir, tu voto no ha valido para nada, no ha conseguido ningún cambio.

Sin embargo, tu voto sí ha valido para legitimar el sistema y los políticos que habitan en él (sí, digo habitan porque raro es el que no se toda la vida viviendo de la política). Cada vez que vas a votar estás manifestando tu aprobación hacia el sistema y la voluntad de querer cambiar al que lo dirige, pero manteniendo la estructura. Con tu voto buscas el cambio de siglas, no de sistema. Siguiendo esta lógica, el cambio de sistema no podrá venir mediante el voto, donde lo legitimas, sino más bien, con la deslegitimación del sistema, esto es, no votando.

La abstención es la vía más rápida y efectiva para deslegitimar el sistema político actual. Podemos pensar en hacer reformas desde dentro. ¡Ánimo con ellas!, personalmente, dudo mucho que los grupos de presión y las élites que lo han creado y lo mantienen dejen a alguien que acabe con su chollo. Vamos, que es imposible. Y por si alguien no cree lo que digo sobre la nula relevancia de nuestro voto y sobre el poder de las élites, le remito a las obras El mito del votante racional, de Bryan Caplan, y La ley de hierro de la oligarquía, de Dalmacio Negro.

¿Qué consigues absteniéndote? Es cierto que nada garantiza que el sistema cambie si no votas. Pero sí te garantizo que no cambiará si sigues participando en él. Recuerdo que, hace no mucho tiempo, el exministro García Margallo decía en televisión que un sistema político podía verse totalmente deslegitimado si la participación en las elecciones no superaba el 50%. Fíjate, en las elecciones de 2016 la participación se quedó en el 66,5%, una cifra no muy alejada del 50%. Es decir, no es algo imposible, solo es necesario terminar de convencer a millones de españoles que seguro están dispuestos a querer cambiar.

Además, es importante diferenciar entre abstencionismo pasivo y activo. El pasivo encuentra su motivación en la falta de interés o en la propia pereza. El activo se justifica en una oposición ideológica frontal al sistema. Es decir, no soy un pasota, más bien, porque conozco las tramas de este sistema, me opongo a él y lo deslegitimo no participando en la votación. Además, como estoy convencido de mis ideas, las divulgo allá donde puedo, para intentar convencer a los demás de que la solución no está en este sistema, sino que hay alternativas.

En última instancia, la sociedad la guían las ideas. El sistema actual responde a una ideología, y por tanto, otras ideologías pueden sustituirlo. Sabiendo esto, debes ser consciente de que divulgar tus ideas tendrá mucho mayor impacto que ir a votar. Este artículo, tus posts, comentarios, me gustas o tweets, tienen mucho mayor impacto que un solo voto. Con que cambies la opinión de otra persona más, ya habrás sumado dos esfuerzos en lugar de uno que, en forma de voto, se va por el retrete.

Mi propuesta entonces está clara: no votes y divulga tus ideas. Es decir, practica el abstencionismo activo. Recuerda que votar significa participar del sistema y, por ello, legitimarlo. La única alternativa factible para poder cambiar el sistema es no participar de él, no votar a ningún candidato. De nada sirve quedarse cuatro años callado y votar una vez. Mejor, no votes cada cuatro años y lleva tus ideas allá donde puedas de manera permanente. Si estás de acuerdo, por supuesto, “aplícate el cuento” y convence a los demás de esto que te acabo de proponer.