El valor que merece


En los pasados Juegos Olímpicos de Rio, la delegación española obtuvo un discreto puesto en el medallero con un total de 17 preseas repartidas en oro, plata y bronce. De ese total de medallas conquistadas por los deportistas de nuestro país, más de la mitad corresponden a mujeres que en sus disciplinas y categorías obtuvieron un resultado fantástico.

Esta introducción solo muestra un mínimo dato, pero objetivo, de que los resultados deportivos de España en competiciones del máximo nivel, en gran medida, vienen desde el deporte femenino.

Hoy en día está en boca de la sociedad el recurrente tema de la igualdad entre hombres y mujeres. El deporte, como cualquier otro elemento de la población, no está exento del mismo. Sin embargo, en este caso, tenemos todos la certeza de que la igualdad está aún muy lejana.

De los muchos canales deportivos que tenemos en nuestros televisiones actualmente, ¿qué posibilidad tenemos de llegar a uno y ver una retransmisión de cualquier deporte en su categoría femenina? La respuesta, obviamente, es que ese porcentaje es muy bajo en comparación con los hombres, reflejando así una situación desequilibrada e injusta, además de no ser coherente con lo tratado desde el principio cuando hablábamos de datos objetivos referentes a resultados actuales.

A pesar de todo, hay que admitir que algo está empezando a cambiar. De forma mínima, pero empezamos a recibir noticias de deportistas femeninas que alcanzan éxitos en sus modalidades. También deportes mayoritarios que empiezan a dar importancia al hecho de que la categoría masculina no es exclusiva ni más importante y que es necesario hacer llegar a la sociedad que es igual de interesante, entretenido, vibrante y espectacular su versión en femenino. Incluso algunos de los equipos de fútbol más relevantes de nuestro país abren sus estadios para ver auténticos partidazos. Poco, pero algo es algo…

Sin embargo, si nos vamos al deporte base en edad escolar nos podemos dar cuenta de que el cambio es más rotundo. Y lo es en dos sentidos. El primero, que ya los estereotipos empiezan a desaparecer (aunque siguen existiendo, como en todo) y los chicos y las chicas eligen el deporte que les gusta sin importar como se le considera si lo practica. El segundo, que los números de participación son cada vez más parejos y no se decanta de forma notable hacia un género u otro.

Todo esto llega de la mano del trabajo de las personas que trabajan en este deporte base, en cualquier modalidad deportiva, y que promueven la participación para la formación, diversión y salud. Clubes y escuelas deportivas en colegios, institutos, barrios… en definitiva, instalaciones que abren sus puertas a formar equipos u organizar grupos para entrenar y jugar en el deporte que cada chico o chica desea llevar a cabo.

¿Qué sería del deporte femenino si tuviese una repercusión social adecuada? Si las chicas en edad escolar quieren hacer deporte, formar parte de equipos y participar en campeonatos, seguir sus entrenamientos e incluso soñar con llegar a lo más alto de ese deporte que ama… si pudiesen tener referentes televisivos como los chicos, ¿dónde estaría el límite?

No podemos responder a estas preguntas a ciencia cierta, pero por suerte está en nuestras manos seguir evolucionando y progresando en esta igualdad. La pelota, nunca mejor dicho, está en el tejado de la sociedad (con un “poco” de ayuda de los medios de comunicación) para ofrecer a las chicas que empiezan en un deporte la referencia de que pueden ser tan importantes como ellos, que pueden alcanzar grandes cotas personales como ellos y que pueden convertirse, a su vez, en futuras referentes de otras generaciones que amen el deporte como ellas.

Esto es posible. Y necesario. Es justo que todos demos al deporte femenino el valor que merece.