EL LISTO INÚTIL


Se atribuye a Lenin, allá por la segunda década del pasado siglo, la expresión de tonto útil, que venía a definir a aquellos simpatizantes de la URSS en los países occidentales que se veían como aliados de aquella y de sus países satélites, pero que en realidad eran tratados con menosprecio por el régimen soviético y utilizados por éste para sus intereses.
Desaparecido el régimen soviético y su influencia en los países satélites, este término, tonto útil, ha tornado a un sentido mucho más amplio, definiendo a todos aquellos que son manejados por movimientos políticos y que sin ocupar ningún puesto relevante, por regla general, aunque siempre hay excepción que confirma la regla, salen a dar la cara por aquellos que quedándose en la retaguardia son los que obtienen los beneficios. Así, se cree el tonto útil que el verdaderamente importante es él, obteniendo tan sólo la relevancia pública que de otra forma no alcanzaría.
Hoy en día, en vista de la fauna política que nos rodea, se debería acuñar un nuevo término: El listo inútil.
Según el diccionario de la Real Academia Española, el término listo tiene cinco acepciones. Las tres primeras definen al listo como aquella persona diligente, pronta, expedita, apercibida, preparada, dispuesta para hacer algo, sagaz y avisada; y las otras dos en tono despectivo y coloquial, considerando a los listos como aquellos que presumen de saber o estar enterados de todo y ser hábiles para sacar beneficio o ventaja de cualquier situación y todo ello en cierta contraposición del inteligente, que es aquél que tiene conocimientos suficiente sobre una o varias materias, que comprende lo complejo y lo hace sencillo y que es más reflexivo.
Como podemos ver toda acepción de listo conlleva la consecuencia de que por esa habilidad, en el buen sentido, obtiene un beneficio para si y para la sociedad y en el malo sólo para sí.
Sin embargo hoy nos encontramos con algunos políticos que son listos, o más bien van de listillos, que han conseguido rizar el rizo de no conseguir ningún beneficio propio y encima enojar y molestar a la sociedad, a los que deberíamos aplicarles este término de listos inútiles.
Así nos encontramos con algún o algunos concejales en puestos de gobierno, incluso tenientes de alcalde, de nuestro Ayuntamiento, que son perfectamente conocidos por su prolijidad en sus manifestaciones en los medios de comunicación, que son verdadero ejemplo de esta nueva especie, que van por el mundo dándoselas de inteligentes y que cada vez que toman una decisión, o algo parecido, sólo consiguen cabrear a la sociedad cordobesa o a la parte que le toca sufrir su imaginación.
Por desgracia, estos listos inútiles son los que se aferran a unos puestos para los que no están preparados, ni se dejan aconsejar, ni rectifican de su errores. Así nos va.