Dicebat Iesus


En verano siempre hay tiempo para entregarse con candor a actividades que alimentan el corazón, el fondo de nuestro ser

Dicebat Iesus.
Dicebat Iesus.

 
En verano siempre hay tiempo para entregarse con candor a actividades que alimentan el corazón, el fondo de nuestro ser. Una de ellas es sin duda escuchar música clásica. 
Uno de mis descubrimientos ha sido una pieza que tiene como título Dicebat Iesus. El texto proviene del evangelio de San Juan 8, 46-48, propio de la misa del Domingo de Pasión. Entre los pocos polifonistas que lo usaron en sus composiciones, figuran Juan Navarro y Sebastián Raval.  Este es de Francisco Guerrero.
 
Dicebat Jesus turbis judeorum:
Quis ex vobis arguet me de peccato?
Si veritatem dico vobis,
quare non creditis mihi?
 
Qui es Deo est, verba Dei audit,
propterea vos non auditis,
quia ex Deo non estis
 
 
«¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.»» 
 
¿Qué me sorprende? Justo el principio, las primeras palabras: dicebat Iesus. Jesús decía. La primera vez que lo escuché fue pura diosidad (casualidad que viene de la mano de Dios) me llegó a lo hondo del alma.
 
 ¡Jesús decía! Tuve la impresión  de que toda la humanidad estuviera esperando la revelación de un Dios que se mostrara y llega un tal Francisco Guerrero a golpearte en lo más hondo del alma que Dios vino, que dijo cosas. 
 
Dice el Fedón de Platón: «Me parece a mí, oh Sócrates, y quizá también a ti, que la verdad segura en estas cosas no se puede alcanzar de ningún modo en la vida presente, o al menos sólo con grandísimas dificultades. Pero pienso que es una vileza no estudiar bajo todo punto de vista las cosas que se han dicho al respecto, o abandonar la investigación antes de haberlo examinado todo. Porque en estas cosas, una de dos: o se llega a conocerlas, o, si esto no se consigue, se agarra uno al mejor y más seguro entre los argumentos humanos y con éste, como en una barca, se intenta la travesía del piélago. A menos que no se pueda, con más comodidad y menor peligro, hacer el paso con algún transporte más sólido, es decir, con ayuda de la palabra revelada de un dios» 
 
Si eso fuera así, si un tal Jesús, el hijo de un Dios «decía» cosas, ¿qué delito mayor podría cometer un ser humano  que no haber atendido a sus palabras? Sería para ir directo a la cárcel. Tal vez por eso a veces hacemos de este mundo una prisión. ¿Cuándo? Cuando no queremos oír lo que Dicebat Iesus.