De comienzo en comienzo


«Cada amanecer, si pudiéramos acoger el nuevo día como el comienzo de una nueva vida… (…) Dios ha puesto nuestro pasado en el corazón de Cristo, y se ocupa de nuestro futuro.»

Sirvan estas palabras con las que el hermano Roger de Taizé comenzaba una de sus cartas, para abrir las páginas de un blog que pretende nutrirse de pequeñas realidades, hechos que son la esperanza de un mundo lleno de dificultades.

Nací en el seno de una familia católica y, en coherencia, fui educada en la fe; una fe que he abrazado, en la que he intentado apoyarme y que he pretendido siempre cultivar para hacerla más profunda. En la adolescencia, esa época que se vive de manera convulsa por el gran número de cambios que se experimentan, pero que resulta apasionante por la intensidad con la que se siente, descubrí un grupo de personas con las que empezar a caminar, un grupo inserto en una parroquia y que no era otro que una cofradía. Solo desde esta experiencia es posible entender el sentido de las palabras que se intentarán recoger cada semana; lo que se vive, se expresa más fácilmente.

Cuando parece que nuestras hermandades y cofradías son conocidas como objeto de descrédito, el Papa Francisco ha señalado que «la piedad popular es un tesoro que tiene la Iglesia» y ha destacado que «las Hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor».

Mi pretensión es acercar esas realidades que quedan ocultas, un gran número de labores calladas que no son noticia porque no están de moda. Quedará demostrado que el cofrade vive en comunión eclesial, que el cofrade ora, que el cofrade se forma, en definitiva, que es un cristiano comprometido.

Valgan como ejemplo algunas de estas vivencias, de sentir cercano a Dios, que el día a día cofrade me dio la posibilidad de conocer: sentir que es posible la unidad de las iglesias cristianas en los encuentros de Taizé; experimentar la presencia de Cristo sacramentado en momentos de oración comunitaria ante el sagrario; organizar y participar en convivencias que abrían cada curso cofrade; descubrir la importancia de la formación; acompañar a un buen número de personas en soledad; emprender acciones caritativas y sociales…

Os invito a que persigamos el propósito de ir de comienzo en comienzo, como arranca un nuevo día, como surge un nuevo plan, como se abren las flores en primavera o se desnudan los árboles en otoño…, porque como diría Platón, «el comienzo es la parte más importante de la obra»