Estar atrapados


Quedó dicho la semana anterior. Llega el tiempo de la conversión, de mirar a nuestro interior, de hacer un alto y dejar de criticar al que tenemos al lado para pensar en nuestros errores. Ya estamos en Cuaresma. Este es el tiempo propicio en el que podemos desprendernos más fácilmente de aquello que nos ata, y debemos aprovecharlo.

Ayer, al inicio de los cultos de mi hermandad, escuchaba en la reflexión a las lecturas una expresión que me dejaba pensativa, “estar atrapado”. El sacerdote se refería a todas aquellas dependencias que tenemos en nuestra vida y lo hacía con eufemismos, con palabras que hacían más suave esa realidad que entre todos conformamos, realidad de la que todos somos partícipes.

Es fácil pensar que uno hace las cosas bien, no reconocer que anulamos a las personas que tenemos alrededor porque no las atendemos correctamente o porque no sabemos escucharlas, más bien nos resultan indiferentes y sus opiniones no son importantes. Así vivimos, en una continua falta de congruencia. Somos seres sociables por naturaleza y cada vez nos aislamos más; unidos a un teléfono móvil, como si estuviéramos en continua comunicación con el mundo y no somos capaces de hablar con las personas con las que compartimos el día a día; presumiendo de tener una multitud de amigos virtuales que no son más que una lista en tropel de desconocidos; con actitudes fanáticas por un deporte concreto, por la música… En definitiva, estamos atrapados en una sociedad que fomenta el individualismo y el odio hacia los otros. “Divide et impera”, divide y vencerás, una estrategia tan antigua y al mismo tiempo actual. Cada cual mirándose el ombligo y haciendo la guerra por su lado, ausentes de lo verdaderamente importante y, por tanto, vulnerables.

Llega un momento idóneo para dejar de estar atrapados. Es la hora del sacrificio, de la renuncia a lo que más nos cuesta, de sustituir las ataduras por un acercamiento a las personas con las que vivimos.

¿Qué actitudes de abandono nos pueden ayudar? Busquemos algunos instantes para la reflexión y seamos capaces de desprendernos de lo que más nos cuesta. Seamos libres. Que nada ni nadie nos ate.