Un plagio es un suspenso


Cuando hace apenas dos semanas se ponía en marcha el curso académico, pensaba en una actividad con la que romper el hielo del primer día de clase. Propuse a mis alumnos una dinámica con la que pretendía que se expresaran y que, al mismo tiempo, les permitiera ser conscientes de cómo solemos juzgar y evaluar a las personas sin llegar a conocer ni siquiera un pequeño porcentaje de ellas. Les presenté a una serie de sujetos de los que solamente iban a conocer su profesión o condición social. Sin entrar en los detalles del desarrollo de la clase, me resultó realmente llamativa la conclusión a la que llegó todo el grupo; no habían tenido en cuenta, para nada, de entre todos los personajes propuestos, al político. Ni es mi estilo ni tengo por costumbre hablar de política en clase, pero sentí curiosidad por el resultado. La justificación que hicieron ante semejante consenso fue clara: lo habían mantenido al margen porque para ellos la clase política carece de utilidad, no les aporta nada y, en definitiva, no representa sus intereses.

    La actitud crítica de estos universitarios me hacía reflexionar sobre la valoración que hacen unos jóvenes de apenas veinte años sobre la sociedad, al mismo tiempo queme aportaba cierta tranquilidad para los días sucesivos. Lo tendría más fácil a la hora de explicar ciertas cuestiones para las que, precisamente en el momento actual, no son un ejemplo algunos políticos.

    En esas primeras jornadas del curso tiene lugar la presentación de las asignaturas, se dan las directrices a seguir a la hora de elaborar un proyecto…; y sería ahí cuando me tocaría llegar a clase y explicar cómo elaborar el trabajo que deberán entregar al final del cuatrimestre y que se debe ir haciendo día a día. Evidentemente se insiste, entre otras cosas, en que el rigor debe primar por encima de todo, y que ya deben ir demostrando que utilizan adecuadamente las normativas. Y, claro está, me tocaba reiterar que no se copia nada que no esté convenientemente citado y referenciado, que ante un tribunal eso equivale a plagio y que un plagio es un suspenso.

    Terminada la semana, me queda la tranquilidad de que al menos mis alumnos conocen la teoría y albergo la esperanza de que no hagan uso de la ley del mínimo esfuerzo y sigan malos ejemplos que salen a la luz cada día y que dejan en entredicho el trabajo de muchas personas que se esfuerzan y trabajan de manera rigurosa.