A estas alturas de la pandemia, algunos más y otros menos, creo que somos muchos los que estamos cansados de restricciones y normas hasta el punto de no saber muy bien en qué parámetros hemos de movernos según las recomendaciones sanitarias vigentes en el momento. Cabe la duda después de tanto cambio. Así nos encontramos, saturados y, al mismo tiempo, expectantes y esperanzados en que llegue ese momento en que alcancemos la inmunidad de grupo que nos permita llevar una vida relativamente normalizada.

He de reconocer que cada vez que nos anuncian límites, mi enfado va en aumento; entiendo a los grandes damnificados representados en la hostelería y el comercio no esencial sobre los que está recayendo la peor parte. Pero hoy, ha llegado la gota que viene a colmar el vaso de mi paciencia. Y ha rebosado tanto que me permito hasta tutear a nuestro presidente autonómico, D. Juan Manuel Moreno Bonilla, que se plantea permitir la movilidad entre provincias a inmunizados. Perdona, pero no, Juanma, no. Lo que faltaba ya era hacer más distinciones. Cuando la vacuna esté al alcance de todos, si existen personas que no hayan querido recibir las dosis correspondientes, no digo que no se lo planteen; pero hasta el momento, no todos los ciudadanos hemos tenido la oportunidad de ser inoculados.

Los políticos deberían reflexionar antes de lanzar globos sonda que solamente consiguen volvernos más irascibles. En mi caso, algunos me han considerado afortunada por pertenecer al colectivo docente y, por ende, contar entre los primeros contemplados en los programas de vacunación. Craso error. No todos los docentes estamos siendo vacunados. Los profesores universitarios no entramos dentro de la estrategia propuesta por el Ministerio de Sanidad, por lo que nuestra inmunización llegará cuando le corresponda a nuestro grupo de edad, si no hay cambios de planes. Y todo a pesar de que la Universidad de Córdoba retomó las clases presenciales el día 10 de marzo y de estar expuestos cada día; no en vano, trabajamos con un colectivo bastante vulnerable en este sentido.

Por tanto, hasta que a todos nos haya llegado esa oportunidad, no se deberían hacer más discriminaciones. ¿O es que no tenemos todos los mismos derechos?  No, Juanma, no. Creo que en esta ocasión vas a caer en un gran desacierto.