El Blog


Nunca he sido muy de blogs, ni de muchas cosas, como por ejemplo jugador de voley playa. A ciertas edades uno va sabiendo qué le interesa, qué le atrae y que no. O qué puede, dentro de la atracción, conseguir. A mí me atrae mucho, de siempre Mónica Belluci, pero es un imposible, un deseo, un pecadillo venial de alguien camino de la mediana edad.

Escribir es algo que suelo ejercer y que ocasionalmente me ha dado de comer. Escribir y hablar. Me han pagado más por hablar que por escribir aunque en realidad la palabra hablada venía sostenida por la escrita y fundamentalmente por la leída. Estoy abusando de la primera persona y ese es un mal defecto en la prensa y la literatura actuales. Las redes sociales, ejercicios onanistas de la vacuidad, han venido a aliñar aún más el gesto ególatra. Pero este es mi blog y aquí de momento mando yo y el señor director que en realidad es el que tiene la última palabra. O sea, que creo o imagino a modo de ensoñación que yo mando.

El señor director es mi amigo y eso es bueno por un lado pero chungo por otro. Es bueno porque a los amigos no se les niega casi nada pero a los jefes hay que obedecerles y ya no es lo mismo. Por tanto este blog es una tesitura equilibrista entre la amistad y la obligación. Y un abuso de la primera persona, ya les aviso.

He dado el paso, aunque yo no guste de los blogs como ya he apuntado, porque puedo escribir en meyba, que es un ejercicio metonímico de darle a la tecla en pantalón de deporte para los que nacimos a finales de los 60 y no conocimos Adidas o Nike hasta mucho después del primer afeitado. En realidad suelo escribir vestido de calle y a veces con batín de franela si es invierno. Escribir es un acto solemne que se ha prostituido por culpa de los gabinetes de prensa, los presentadores de televisión que ganan premios Planeta y sobre todo, el whatsapp, que ha acabado con la figuras retóricas y la gramática en general. Aquí escribe todo el mundo pero pocos dicen algo. Y de esos pocos, una ínfima parte pueden mal vivir del asunto.

Hubo un tiempo en que cada ser humano con un portátil o PC tenía un blog. Otra cosa es mantenerlo, pero tenerlo, lo abría hasta cualquier concejal de deportes o pasatiempos. Huyo de las modas y de las masas, pero sobre todo escapo de mí mismo cuando tengo poco que contar. No soy interesante y no tengo dinero suficiente para parecerlo. Bastante chapa les estoy dando ya con este primer acercamiento, pero si me lo pide un amigo, cumpliré con el objetivo de abrir el blog, mantenerlo y echar un rato leyendo los insultos de los trolls. Trataré de contar historias de interés social o con un TAE del 15%. Hay muchas cosas silenciadas a pesar del ruido, de la marea y las tertulias, de la Sexta y sus predicadores. A pesar del overbooking de blogs.

Además, siempre es interesante hacer amigos, y mucho más, enemigos. Por el verde de sus caras les conocerán. Y porque suelen sentenciar con el refrán “de este agua no beberé”. Cuidado con eso: yo no quería un blog y aquí me tienen.