La incubadora


Nos asalta esta semana la excelente noticia de que Córdoba ha conseguido la incubadora de empresas biotecnológicas. Justo unas horas después de conocer las cifras de desempleo. Parece ser que el anterior mandato de la señora Ambrosio no pudo alcanzar tal cometido – el de la incubadora- cosa que por otra parte no debería ser noticia sino apunte habitual. Problemas de plazos presentados al dador de incubadoras biotecnológicas, ente otorgador que sinceramente desconozco. Nunca he solicitado una incubadora de empresas biotecnológicas porque antes era asalariado y ahora soy autónomo, por lo que lo único que pido son tuppers  con croquetas y habichuelas a mi señora madre.

¿Cómo se solicita una incubadora? Es uno de los grandes misterios que sólo los políticos manejan en su particular oráculo de solicitud de fondos europeos, patrimonios de la humanidad y centros gourmet. Para eso los elegimos. Así que me alegro enormemente de que vaya a llegar la incubadora de empresas biotecnológicas, incluso siendo yo de letras. Le haré un verso. Una oda. Que es para lo poco  que servimos los de letras que no fuimos llamados por la carrera jurídica ni como asesores municipales.

La incubadora parece ser que va a Rabanales 21 que ha estado a un tris de convertirse en un Continente o un Alcampo. Pero no me hagan mucho caso porque igual yo esto lo he soñado en una cálida noche parcelaria de verano y no iban a poner un centro comercial allí sino la oficina permanente del Festival Riomundi o así. ¿En qué va a consistir su labor? Sinceramente lo desconozco como desconozco la tradición de I+D+I cordobesa. Yo me imagino entrando allí como trabajador autónomo y, dentro de una bañera de Montilla Moriles, conectado a un tubo por la boca – porque por la otra parte estaría conectada la Seguridad Social cobrándome la cuota mensual- tras nueve meses en suspensión etílica salir como empleado del IMTUR. O conserje de Presidencia.  

El caso es que esta es una feliz noticia por lo que de desarrollo supone y reconducción de una iniciativa perdida, en una semana aciaga en la que las cifras del paro no se corresponden con las medidas que el Gobierno ha impulsado por el fomento del empleo, tales como desenterrar a Franco y reescribir la Constitución con lenguaje inclusivo. Es absolutamente incomprensible.

Vamos a tener una incubadora. Un vientre de BOE cálido en el que soñar con una ciudad biotecnológica y con Monica Bellucci. Un refugio último para cuando venga a perseguirnos la policía política del vicepresidente Iglesias.